El Gobierno de Sheinbaum lanza su plan de rescate para Pemex justo cuando los ingresos petroleros tocan fondo y la deuda amenaza con desbordar las finanzas públicas.
El Gobierno federal presentará este martes su tan esperado Plan de Rescate Financiero para Pemex, pero lo hace en el peor momento posible: los ingresos petroleros están en su nivel más bajo en más de tres décadas, y la empresa arrastra una deuda que ya supera los 98 mil millones de dólares.
La paradoja es brutal. Mientras la administración de Claudia Sheinbaum busca salvar a la petrolera más endeudada del mundo, los ingresos petroleros apenas representan el 14.3% del total presupuestario, una proporción que no se veía desde los años noventa. En el primer semestre de 2025, Pemex recaudó 211 mil millones de pesos menos de lo programado, y su producción sigue sin alcanzar la meta de 1.8 millones de barriles diarios.
El plan llega con una señal al mercado: la colocación de Notas Estructuradas Precapitalizadas (P-Caps) por 12 mil millones de dólares, una maniobra financiera que permitió a Hacienda evitar que la deuda se registre formalmente en los libros del Gobierno o de Pemex. Pero los analistas no se engañan: el riesgo es soberano, y el pago, si Pemex no puede cumplir, lo asumirá el Estado en 2030.
“Es como pedir prestado usando la factura del coche de tu vecino como garantía”, ironiza Carlos López Jones, de Kapital Edge. La operación fue bien recibida por el mercado, pero a tasas que reflejan el perfil de una empresa en crisis: más altas que las de Aramco, Shell, Petrobras o incluso Grecia.
El problema de fondo no es nuevo. Desde 2013, el Gobierno ha inyectado más de 2.8 billones de pesos en apoyos fiscales y patrimoniales a Pemex. Pero la empresa sigue sin generar flujo suficiente para cubrir su operación, su deuda y sus compromisos con proveedores. Y ahora, con el precio del crudo en 63 dólares por barril, la presión se multiplica.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) advierte que el modelo actual es insostenible. La gallina de los huevos de oro —como la llamó Peña Nieto al declive de Cantarell— ya no pone nada. Y el margen fiscal para seguir rescatando a Pemex se está agotando.
Este martes, los titulares de Energía, Hacienda y Pemex intentarán convencer al país —y a los mercados— de que el rescate es viable. Pero con ingresos petroleros en picada, deuda creciente y producción estancada, la pregunta no es si Pemex necesita ayuda, sino si el país puede seguir dándosela.
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