México analiza explotar recursos shale con tecnología avanzada para aumentar producción petrolera y atraer inversión privada bajo nuevos esquemas.
México podría incrementar su producción de hidrocarburos líquidos en hasta 700,000 barriles diarios mediante la explotación de recursos no convencionales, conocidos como shale o de baja permeabilidad. Esta cifra representa un salto estratégico para alcanzar la meta de 1.8 millones de barriles diarios, planteada por la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum.
El estado de Tamaulipas, que concentra 49% de los recursos shale del país en las cuencas de Burgos y Tampico-Misantla, se posiciona como el eje técnico y político de esta discusión. Autoridades estatales y expertos del sector presentaron el plan durante el Congreso Internacional de Energía, que se celebrará del 24 al 26 de noviembre en Tampico.
La propuesta contempla el uso de tecnología de fractura hidráulica de cuarta generación, mucho más eficiente y menos invasiva que la utilizada hace dos décadas. Se prevé incorporar:
Además, se plantea un modelo de gobernanza más flexible, que permita la participación de privados bajo esquemas de asociación técnica y financiera, sin comprometer la rectoría del Estado.
Para detonar este potencial, se requeriría una inversión estimada de 308 mil millones de dólares, dividida en cuatro etapas:
Se necesitarían al menos 150 equipos de perforación terrestre, frente a los 40 que actualmente opera Pemex, y se estima que el desarrollo podría iniciar en tres años, si se alinean voluntades entre gobierno, industria y reguladores.
Aunque el fracking fue vetado en 2019 por sus riesgos ambientales, la nueva administración enfrenta el dilema de mantener la prohibición o abrir un margen regulado. Expertos aseguran que el fracking actual no es el de hace 20 años, y que puede adaptarse para ser más barato y más amigable con el medio ambiente.
La discusión ya no gira en torno a la técnica, sino a la estrategia nacional para aprovechar los recursos no convencionales de forma responsable, eficiente y sostenible.
Más allá de los barriles, el debate sobre el fracking en México implica:
México tiene una oportunidad histórica para convertir sus recursos no convencionales en una palanca de desarrollo, siempre que logre definir una política energética clara, moderna y con visión de largo plazo.
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