Entérate de la contundente respuesta de Claudia Sheinbaum al plan de Justin Trudeau para calificar a los cárteles como grupos terroristas, y cómo esto impacta la cooperación en seguridad entre México, Canadá y EE.UU.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dejó clara su postura con respecto al plan de Justin Trudeau de designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas: “No ayuda” en la lucha contra el crimen. Con un tono firme, la mandataria sostuvo que tanto México, Estados Unidos como Canadá ya combaten a la delincuencia organizada, sin que ello requiera etiquetas que, en su opinión, pueden abrir la puerta a intervenciones foráneas.
El pronunciamiento de Sheinbaum llega justo después de que Trudeau cerrara un acuerdo con el presidente Donald Trump para frenar, por 30 días, la aplicación de aranceles de 25% en los productos canadienses. El primer ministro canadiense anunció a su vez la creación de un “zar del fentanilo” y la inclusión de los cárteles en la lista de grupos terroristas, medidas con las que busca apaciguar la tensión y reforzar la vigilancia fronteriza. Como si esto no fuera suficiente, Canadá desembolsará 1,300 millones de dólares para blindar sus límites, desplegar casi 10,000 elementos y adquirir helicópteros y nueva tecnología.
Sheinbaum, sin embargo, lanzó un dardo a la raíz del problema: el tráfico de armas, argumentando que poco se avanza si no se corta el flujo armamentístico que surte a estos grupos. La jefa del Ejecutivo mexicano reiteró que la cooperación trilateral está en marcha, pero ve riesgoso tildar de terroristas a los cárteles, pues con ello se justifican acciones más agresivas que podrían atentar contra la soberanía de su país. Vale recordar que, en Estados Unidos, considerar terroristas a los cárteles podría habilitar intervenciones militares y juicios con jurisdicción extraterritorial. A fin de cuentas, el nuevo pulso geopolítico se centra en si la “guerra” contra las drogas necesita un viraje o basta con reforzar los mecanismos que ya existen. México dice que el segundo camino es más sensato; Canadá y Trump apuestan por un golpe de autoridad. ¿Se avecina una fractura en la región o apenas es una escaramuza retórica? Solo el tiempo lo dirá.
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