El plan Pemexproa busca rescatar a Pemex con recursos públicos, pero omite cómo se pagará la deuda con proveedores, mientras Campeche y Tabasco sufren una contracción económica por falta de pagos. Expertos advierten que el esquema es insostenible.
En una mesa de análisis celebrada en San Lázaro, el diputado Rubén Moreira lanzó una advertencia que resonó más allá del recinto legislativo: “Pemex está quebrada, y el Pemexproa es otro engaño”. A su lado, el economista Mario Di Costanzo y el abogado Miguel Sulub desmenuzaron los efectos de un plan que, según ellos, no presenta mecanismos claros para pagar la deuda con proveedores, ni para reactivar la producción petrolera.
La cifra es brutal: más de 400 mil millones de pesos en adeudos operativos, excluidos del esquema de rescate. Mientras tanto, el gobierno ha transferido 95 mil millones de pesos adicionales a Pemex en lo que va del año, sacrificando inversión pública, salud y educación.
En Ciudad del Carmen, el silencio de los patios industriales es ensordecedor. “Aquí no hay flujo, no hay contratos, no hay pagos”, dice un empresario local que cerró su firma de servicios petroleros tras meses sin cobrar. Según Miguel Sulub, la falta de liquidez ha provocado una contracción del PIB del 16% en Campeche y 12% en Tabasco, con miles de empleos perdidos y empresas perseguidas por el IMSS, el SAT y el Infonavit.
El Plan Estratégico 2025–2035 de Pemex, presentado por la Secretaría de Energía, promete reducir la deuda en 25% y estabilizar la producción en 1.8 millones de barriles diarios. Pero Di Costanzo advierte que el fondo de 250 mil millones de pesos es insuficiente: “No cubre ni una cuarta parte de la deuda con proveedores. Es como echar agua en un tanque con fuga”.
Además, el plan omite la situación de la refinería Dos Bocas, que ha costado más de 20 mil millones de dólares y cuya producción está lejos de la meta. “Pemex pierde dinero al refinar combustóleo que nadie quiere”, señala el economista.
Moreira acusa que el sexenio anterior marginó a empresarios nacionales, no exploró nuevos yacimientos y rechazó el gas shale, lo que generó una dependencia crítica de Estados Unidos, que hoy provee más del 75% del gas que consume la industria mexicana.
Pemexproa no es un plan de rescate. Es un parche sin estrategia, que ignora la deuda operativa, castiga a los proveedores y deja a Campeche y Tabasco en el abandono. Si no se redefine el rumbo, el costo lo seguirán pagando los mexicanos.
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