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Retrasos en coquizadoras frenan la meta de Pemex para reducir combustóleo y aumentar gasolinas

Retrasos en coquizadoras frenan la meta de Pemex para reducir combustóleo y aumentar gasolinas

Las coquizadoras de Tula y Salina Cruz siguen inconclusas, posponiendo la meta de reducir combustóleo y aumentar la producción nacional de gasolinas.

Las coquizadoras de Tula y Salina Cruz, concebidas como piezas clave para transformar la refinación mexicana, siguen inconclusas al cierre de 2025. Con avances físicos de 85% en Tula y 74% en Salina Cruz, estos proyectos posponen la promesa de reducir la producción de combustóleo —un subproducto contaminante y de bajo valor— y elevar la generación nacional de gasolinas.

La función de estas plantas es estratégica: convertir residuos pesados en combustibles más rentables mediante procesos de craqueo térmico a temperaturas superiores a 480 grados centígrados. Sin ellas, el sistema nacional de refinación continúa generando entre 30% y 35% de combustóleo, lo que obliga a Pemex a venderlo a precios bajos o destinarlo a generación eléctrica, con altos costos ambientales.

Cada coquizadora representa una inversión cercana a 60,000 millones de pesos y una complejidad técnica que exige coordinación entre múltiples unidades de proceso. El retraso no solo compromete la eficiencia operativa, sino también la meta de autosuficiencia energética anunciada para 2026. Mientras tanto, la dependencia de importaciones de gasolinas persiste, afectando la balanza comercial y la competitividad del sector.

El impacto se extiende a otras refinerías. Madero volvió a producir combustóleo tras tres meses en ceros, y Minatitlán enfrenta irregularidades que reflejan fallas en sus unidades de conversión. Estas señales confirman que la falta de infraestructura para procesar residuos pesados limita la capacidad del país para modernizar su matriz de refinación.

Pemex asegura que las coquizadoras siguen en desarrollo y que serán cruciales para reducir emisiones y mejorar la rentabilidad del sistema. Sin embargo, la ausencia de fechas firmes para su conclusión alimenta la incertidumbre. En un contexto global que exige eficiencia y sostenibilidad, cada día de retraso es un golpe a la estrategia energética nacional.

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