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Colapso técnico en refinerías de Pemex: ¿qué significa para México?

Fallas en coquizadoras de Madero y Minatitlán detienen producción de combustóleo y ponen en riesgo la meta de autosuficiencia energética.

Colapso técnico en refinerías de Pemex: ¿qué significa para México?

La refinería Francisco I. Madero, en Tamaulipas, dejó de producir combustóleo desde junio, y Minatitlán, en Veracruz, redujo su volumen a mínimos históricos. Lo que podría parecer una mejora ambiental es, en realidad, la señal más preocupante para la industria: fallas críticas en las plantas coquizadoras, equipos esenciales para transformar residuos pesados en combustibles de mayor valor como diésel y gasolina.

¿Qué es una coquizadora y por qué importa?
Una coquizadora es el corazón de una refinería moderna. Su función es convertir el “fondo del barril” —los residuos más pesados del crudo— en productos útiles. Sin ella, la planta pierde capacidad de conversión profunda, acumula desperdicios y se ve obligada a producir combustóleo, un subproducto con alto contenido de azufre y baja demanda internacional. Cuando estas unidades fallan, no solo se detiene la producción eficiente: se compromete la seguridad operativa y la rentabilidad.

El impacto real detrás de las cifras

En Madero, la producción de combustóleo cayó de 15,768 barriles diarios en mayo a cero en junio, julio y agosto. Minatitlán pasó de 22,814 barriles diarios a apenas 1,000-4,000 en el mismo periodo. Ninguna de las dos plantas ha recibido inversiones recientes ni reportes de mantenimiento mayor que justifiquen semejante variación. Para los analistas, esto no es eficiencia: es colapso técnico.

La falta de coquización genera un efecto dominó:

  • Acumulación de residuos pesados, que incrementa riesgos ambientales.
  • Menor producción de gasolinas y diésel, afectando la meta de autosuficiencia energética.
  • Mayor presión sobre otras refinerías y sobre la nueva Olmeca, que aún opera por debajo del 50% de su capacidad.

Por qué debería importarte

El combustóleo que logra salir de estas plantas es cada vez de menor calidad, con niveles de azufre que superan estándares internacionales. Su mercado se reduce a algunas plantas de la CFE, mientras México sigue importando combustibles para cubrir la demanda interna. Esto contradice la narrativa oficial de autosuficiencia y pone en riesgo la estabilidad financiera de Pemex, que ya enfrenta una deuda superior a 97 mil millones de dólares.

La crisis llega en un momento clave: el gobierno apuesta por la integración del Sistema Nacional de Refinación y la operación plena de Dos Bocas para reducir importaciones. Pero sin mantenimiento profundo en Madero y Minatitlán, cualquier falla adicional puede retrasar esa meta y aumentar la dependencia externa. La pregunta es si Pemex y la administración federal asumirán el costo político y financiero de rehabilitar estas plantas antes de que el daño sea irreversible.


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