De gloria a vergüenza: la vieja Salina Cruz domina la refinación mientras Dos Bocas apenas arranca

En 2025 la refinería oaxaqueña produce más del doble que Olmeca–Dos Bocas. El contraste alimenta críticas, sobre todo tras descubrirse una “mini-refinería” clandestina que procesa casi la mitad de lo que rinde el proyecto estrella de Pemex.

De gloria a vergüenza: la vieja Salina Cruz domina la refinación mientras Dos Bocas apenas arranca

En Salina Cruz, Oaxaca, el crepitar de las antorchas ilumina tanques que rozan medio siglo de servicio. Aun así, la planta acaricia los 208 000 barriles diarios; cada vez que se enciende un tren de carga demuestra que la experiencia todavía pesa más que el hormigón nuevo. Al norte, en Tabasco, reluce el acero inoxidable de Dos Bocas. Pero detrás de sus muros recién pintados, las líneas producen apenas 78 000 barriles diarios, una sexta parte de lo prometido cuando se cortó el listón en 2022. Entre ambas refinerías se abre una grieta simbólica: la de un sistema heredado que, pese a su edad, sostiene la demanda nacional frente a un proyecto icónico que aún gatea.

Cifras que desnudan promesas

Durante el primer cuatrimestre de 2025, Pemex procesó 933 000 barriles por día en sus siete complejos, lejos del millón y medio fijado por la administración anterior como meta de “autosuficiencia”. Salina Cruz lidera con comodidad; su gemela de Tula le pisa los talones con poco más de 202 000 barriles. Al final de la tabla reluce Dos Bocas: la mayor inversión energética de la última década, aún atrapada en pruebas y ajustes, aporta menos que Minatitlán o Madero —plantas con décadas de antigüedad.

La sombra de las refinerías clandestinas

La semana pasada, autoridades federales clausuraron una instalación ilegal en Coatzacoalcos capaz de destilar hasta 33 000 barriles diarios: casi la mitad de lo que Olmeca puede procesar hoy tras tres años de obras. El hallazgo duele doble: evidencia un mercado negro que se nutre del apetito nacional por combustibles y subraya la incapacidad de la nueva refinería para cubrir el déficit que explotan los huachicoleros.

¿Qué detiene a Dos Bocas?

Ingenieros consultados apuntan a la compleja dieta de crudos: Pemex bombea mayormente petróleo pesado con altos niveles de agua y sal; sin plantas desaladoras optimizadas, las torres de destilación de Olmeca sufren incrustaciones y paradas súbitas. Mientras tanto, la factura de construcción supera US$20 900 millones, más del doble del presupuesto original. Cada mes de retraso implica costo financiero y reservas de crudo sin valor añadido.

Un tablero en movimiento

El nuevo director de Pemex ha prometido estabilizar la producción de Dos Bocas antes de 2026 y, de paso, elevar la utilización del sistema nacional al 70 %. Para lograrlo tendrá que invertir en mezclas de crudo, contratar ingenieros que corrijan válvulas rebeldes y, sobre todo, convencer a la tesorería de que el proyecto aún puede pagar su propia deuda. Mientras eso ocurre, la veterana Salina Cruz sigue rugiendo con la obstinación de quien nunca prometió brillar, pero carga el peso de llenar los tanques del país.

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