Pemex cae 5.6% en producción de crudo, pero eleva refinación de gasolinas y diésel; combustóleo retrocede 40%.
La estrategia energética mexicana enfrenta un punto de inflexión. En septiembre de 2025, Pemex redujo su producción de crudo en 5.6%, al promediar 1.61 millones de barriles diarios, frente a los 1.74 millones del mismo mes de 2024. Este retroceso confirma la dificultad para alcanzar la meta gubernamental de 1.8 millones de barriles diarios, pese a inversiones millonarias y beneficios fiscales.
En contraste, la refinación muestra señales de dinamismo. El Sistema Nacional de Refinación procesó 949,772 barriles diarios, un incremento interanual de 7.7%, aunque menor al millón de barriles registrado en junio. Las siete refinerías operan al 68% de su capacidad ajustada, que Pemex redujo de 1.6 millones a 1.4 millones de barriles diarios, incluso con la incorporación de la refinería Olmeca, que procesó 194,874 barriles diarios, su mayor nivel desde la puesta en marcha.
La producción de petrolíferos alcanzó 1.02 millones de barriles diarios, con un repunte del 27% en gasolinas y 52% en diésel, mientras el combustóleo —el residuo más contaminante— cayó 40%, alineándose con los objetivos ambientales y de eficiencia. Este avance contribuyó a reducir las importaciones: las compras de gasolinas bajaron 12% y las de diésel 61%, reflejo de la intención gubernamental de priorizar la refinación local.
Sin embargo, el panorama no es del todo favorable. La caída en la producción de crudo responde al agotamiento de campos maduros, retrasos en infraestructura marina y menor actividad de perforación. Pemex intervino 25% menos pozos que en 2024, lo que limita la reposición de reservas y compromete la sostenibilidad del modelo. A ello se suma la presión financiera: la empresa reportó una pérdida neta de 61,200 millones de pesos en el tercer trimestre y una deuda consolidada cercana a 128,000 millones de dólares.
El gobierno insiste en que la estrategia busca autosuficiencia energética, pero los resultados evidencian un dilema: ¿puede México sostener la refinación sin garantizar la extracción? La respuesta dependerá de la capacidad para acelerar proyectos como las coquizadoras de Tula y Salina Cruz, reducir costos y atraer inversión privada en exploración. Mientras tanto, el país sigue dependiendo de importaciones para cubrir su demanda interna de combustibles, que ronda los 700,000 barriles diarios de gasolinas.
La transición hacia un modelo más eficiente y menos contaminante es innegociable, pero el tiempo juega en contra. Cada mes de rezago en producción y modernización es un golpe a la soberanía energética y a la competitividad nacional.
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