Descubre cómo Pemex redirigiría sus exportaciones de crudo ante la inminente amenaza de aranceles de Donald Trump, y por qué esta estrategia podría cambiar el mapa petrolero de México.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue apretando las tuercas con su amenaza de imponer aranceles del 25% a México y Canadá el próximo 4 de marzo, pero Petróleos Mexicanos (Pemex) ya tiene su plan B: redirigir sus exportaciones de crudo a otros mercados. Durante una conferencia con analistas e inversionistas, la directora de finanzas de PMI Comercio Internacional, Martha Agiss, afirmó que la petrolera ha diseñado una estrategia para adaptarse rápidamente si se activa el golpe arancelario de la Casa Blanca.
Hasta el momento, Pemex asegura no sentir las inclemencias de la pelea comercial. De hecho, durante 2024, la empresa registró ventas de exportación por 34,407 millones de dólares (o cerca de 697,347 millones de pesos), aunque su promedio diario de embarques cayó un 22% respecto a 2023, quedando en 806,000 barriles. Aun así, estos envíos siguen siendo el pan de cada día para las finanzas de la compañía, y un 47% de ese crudo se vende directo a Estados Unidos. Por eso, el fantasma de los aranceles de Trump no es cualquier cosa: un nuevo frente que podría cimbrar sus números.
Las tensiones están a flor de piel. Trump no se ha bajado de su discurso contra la migración y el fentanilo, condiciones que argumenta para castigar a sus socios comerciales. Y el empresario-presidente se regocija anunciando vía redes sociales que nada lo disuadirá de su plan impositivo, a menos que México y Canadá logren atajar la crisis fronteriza. Entre tanto, Pemex mantiene la confianza en su capacidad de maniobra: su funcionaria Agiss subrayó que, si se complican los envíos a la Unión Americana, tomarán otros rumbos y buscarán compradores en Europa, Lejano Oriente, o donde haga falta.
La pregunta, sin embargo, es si esa “flexibilidad” bastará para compensar el impacto de un arancel tan pesado. El panorama de Pemex ya venía empañado por pérdidas gigantes: 30,600 millones de dólares en 2024, según los últimos reportes. Así que encarar un mercado estadounidense menos accesible no sería precisamente un día de campo. Desde el ala más escéptica, se insiste en que hallar nuevos clientes no es tan simple cuando el precio del petróleo depende de factores globales: tensiones geopolíticas, demanda mundial, y competencia de otros países productores.
Por su parte, los detractores de Trump ven en esta amenaza arancelaria un nuevo episodio de su táctica de “músculo diplomático”, que mezcla temas migratorios y de seguridad en la misma licuadora comercial. México, mientras tanto, camina en la cuerda floja: intenta sostener la relación bilateral sin ceder a imposiciones que afecten su economía. El reloj corre. Falta ver si el 4 de marzo será la fecha de un choque comercial o si, como en otros episodios, la administración estadounidense se retracta a última hora.
¿Será esto un simple juego retórico de Trump o un verdadero cambio en las reglas del comercio petrolero? Pemex, al menos, se dice lista para sortear la tormenta. Pero la historia petrolera mexicana y sus cifras rojas invitan a más de uno a conservar un sano escepticismo.
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