Trump desata tormenta arancelaria contra México y Canadá

Descubre cómo los nuevos aranceles del 25% propuestos por Donald Trump podrían arrastrar a México y Canadá hacia la recesión, elevar costos energéticos y agitar la balanza comercial a nivel global.

Trump desata tormenta arancelaria contra México y Canadá

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca vino con un regalo envenenado para México, Canadá y China: aranceles de 25% contra sus exportaciones —y de 10% en el caso chino— que podrían entrar en vigor este mismo 1 de febrero, según diversas fuentes de la administración estadounidense. La vocera Karoline Leavitt asegura que la medida va en serio y que, en cuestión de horas, el presidente republicano decidirá si el petróleo también formará parte de esta cascada de impuestos aduaneros. Vaya movimiento en el tablero comercial, que ya está generando escalofríos en el mercado y en más de un despacho de gobierno.

Aunque Trump lo pinta como la receta milagrosa para reducir la inmigración indocumentada y el tráfico de fentanilo que, dice, tiene en jaque a su país, organizaciones financieras como Standard and Poor’s no tardaron en sonar la alarma: si se impone el 25% a las exportaciones mexicanas, el golpe podría mandar a la economía de México a la lona, con una recesión que encendería las luces rojas del sector industrial. Y eso no es todo. Se estima que el crecimiento de Estados Unidos también tendría un tropezón, aunque menor que el de sus vecinos: la consultora Oxford Economics calcula que para Canadá la sacudida sería brutal, provocando una contracción de 3.6% de su PIB, y para México de alrededor de 2%. No se requiere mucha imaginación para ver los estragos que esto desencadenaría en ambos lados de la frontera.

Mientras tanto, la presidenta Claudia Sheinbaum se ha apresurado a decir que su gobierno cuenta con “plan A, plan B y plan C” para amortiguar el golpe, aunque no ha detallado cuáles son esas jugadas. Vale recordar que el T-MEC —acuerdo que reemplazó al viejo TLCAN— supone cierta protección para los firmantes, pero nada garantiza que Trump no recurra a un ardid legal para meter con calzador sus nuevas tarifas. En Washington, el nominado a secretario de Comercio, Howard Lutnick, dejó claro ante el Senado que esta política arancelaria es parte de un acto “más bien interno”, orientado a presionar a sus socios a endurecer sus políticas migratorias y a frenar el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Sea como sea, el fantasma de una guerra comercial vuelve a hacerse presente, y las empresas afectadas podrían actuar legalmente, sobre todo si el T-MEC les brinda alguna escapatoria.

La moneda está en el aire y, por ahora, no hay respuesta contundente desde México ni Canadá. Lo cierto es que cualquier paso en falso sacude la estabilidad de las industrias energéticas y manufactureras, pilares que han hecho de América del Norte un bloque comercial competitivo. Lo mismo ocurre con China, pues Trump asegura que el 10% de aranceles se enfocaría en los precursores químicos que desembocan en la fabricación de fentanilo. Suena a un golpe de efecto para contentar a un sector del electorado en Estados Unidos, pero la otra cara de la moneda es el riesgo de encarecer la producción, desplomar inversiones y tensar aún más el clima político. Todo apunta a que las decisiones de las próximas horas marcarán la ruta de las relaciones comerciales a nivel continental, e incluso global, mientras la incertidumbre se cuela hasta en los rincones más insospechados de la economía.

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