Descubre cómo el exceso de agua y sal en el crudo de Pemex ha desatado alarmas en refinerías de Estados Unidos y huelgas de hambre en plataformas, mientras la presidenta Sheinbaum y el director de la petrolera minimizan el problema y prometen una solución rápida.
El crudo de Pemex ha estado llegando a las refinerías con un exceso de agua y sal, un problema que las plantas de Texas y Louisiana no han tardado en notar. Y mientras las alarmas se encienden al otro lado de la frontera, la presidenta Claudia Sheinbaum y el director de Pemex, Víctor Rodríguez, se empeñan en bajar los humos: dicen que es una “condición normal” y que todas las petroleras internacionales la padecen. Aseguran que hay técnicas para eliminar ese exceso antes de que el crudo ingrese a la fase de refinación, por lo que el petróleo mexicano no estaría “echado a perder” en absoluto.
Resulta que este exceso de agua obliga a dar un paso adicional de tratamiento en las refinerías, alargando el proceso y encareciendo la operación. De hecho, los compradores en Estados Unidos han exigido descuentos porque, de cada medio millón de barriles, algo así como 30 mil son puro líquido, según datos de Bloomberg. Peor aún, si el contenido de sal es muy alto, las tuberías y los equipos de refinación pueden resentirlo. Las refinerías texanas y de Louisiana, las más cercanas, han amenazado con penalizaciones.
En una de las conferencias matutinas, Víctor Rodríguez reconoció las quejas y las sanciones, pero insistió en que “no nos han rechazado ningún barco” y calificó el asunto de “coyuntural”. Incluso atribuyó parte del embrollo a malas condiciones climáticas en el Golfo. Y Sheinbaum, por su parte, enfatizó que esto también sucede en otras petroleras del mundo. Dicho con sus palabras: “No es algo catastrófico ni inusual. Lo resolvemos en unos diez días”.
Los números dicen que sí. La EIA (Administración de Información Energética) reporta que México exportó apenas 149 mil barriles diarios de crudo a Estados Unidos entre el 25 y 31 de enero, lo que supone un bajón de 71.4 por ciento respecto a semanas anteriores. Y, aunque Pemex niegue un impacto grave en la exportación, analistas se preguntan si ese desplome responde a esta problemática o a otros asuntos en la cadena de suministro.
Para colmo de males, se alzó otra bandera roja en la plataforma Pol-Alfa de Pemex, donde unos 200 trabajadores declararon una huelga de hambre protestando las pobres condiciones de comida y el supuesto impago de la petrolera a las empresas que suministran alimentos. Algunos empleados denuncian que se han enfermado por consumir comida en mal estado. Rodríguez respondió que están atendiendo la situación, pero estas quejas se suman a la larga lista de reclamos que Pemex arrastra.
Mientras Sheinbaum defiende que no hay un “problema especial” y que Pemex se ha recuperado hasta 1.7 millones de barriles diarios de producción —cerca de la meta de 1.8—, críticos y expertos ven señales de alerta:
La petrolera emblema de México, pese a estos líos, insiste en que todo se resolverá pronto y que no habrá mayor impacto en la producción ni en las finanzas. Pero, ¿es solo un bache momentáneo o el principio de una crisis más profunda? Lo cierto es que, entre la alta salinidad, el exceso de agua y la huelga de hambre, Pemex vive un torbellino de críticas que amenaza con poner a prueba la confianza en la empresa que, en teoría, lleva el estandarte de la soberanía energética mexicana.
Todos los campos son obligatorios *