
El gobierno presume el regreso de la petroquímica con un salto de 17% en fertilizantes. Te contamos qué cambió, dónde están las plantas que reactivaron la cadena y cómo se traduce en menos importaciones y más oferta para el campo.
La frase fue directa desde Palacio: “La petroquímica de Pemex está de vuelta”. Detrás del eslogan hay un dato que vale: la producción de fertilizantes creció 17% en el año, impulsada por el reinicio de plantas y un plan para meterle músculo a las cadenas de amoniaco–urea y etano–etileno–polietilenos. El objetivo es práctico: menos importaciones, más oferta para el agro y mayor actividad en el corredor petroquímico de Veracruz.
El gobierno colocó a Cangrejera, Morelos y Cosoleacaque en el centro de la recuperación. Morelos y Cangrejera empujan óxido de etileno y polietilenos, insumos que terminan en envases, empaques y aplicaciones médicas; Cosoleacaque sostiene la materia prima para fertilizantes con plantas de amoniaco que habían operado por debajo de su potencial. Con esta mezcla, el país recupera molécula local, reduce la dependencia del exterior y da certidumbre a productores del campo que hoy pelean precio y disponibilidad de urea.
La administración reporta el +17% anual en fertilizantes con base en mayores corridas de amoniaco y urea, el reencendido de trenes de proceso y ventanas de mantenimiento más agresivas. Para este mismo ciclo se adelantaron metas en óxido de etileno y polietilenos desde los complejos de Veracruz, con un énfasis en confiabilidad de equipos y suministro de etano. En paralelo, se prepara la Planta de Fertilizantes Escolín en Poza Rica, diseñada para 2,125 toneladas por día de urea bajo un esquema de inversión mixta, lo que añadiría oferta constante y mejoraría la logística hacia el Bajío y el altiplano. En el mapa sectorial, esto significa más toneladas despachadas, menos compras de emergencia y una base para precios menos volátiles.
El reto ya no es el discurso, sino sostener la curva. Tres llaves definen si este repunte se consolida:
Disponibilidad de gas y confiabilidad operativa. Sin paros en compresores, reformadores y calderas, el flujo de amoniaco y urea aguanta el ritmo.
Ejecución de Escolín y cuellos de botella logísticos. Montaje, arranque, certificaciones y salida de producto con costos de transporte competitivos.
Gobernanza comercial. Contratos claros con agrodistribuidores, programas de entrega y transparencia de inventarios para evitar picos artificiales.
Si estas piezas embonan, el +17% podrá convertirse en un escalón sostenido y no en una racha pasajera. La señal al mercado es que México regresa a jugar con capacidad propia en fertilizantes y derivados estratégicos.
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