Pemex enfrenta deuda con proveedores y llama a la IP para impulsar petroquímica y garantizar gas competitivo en México.
Petróleos Mexicanos (Pemex) enfrenta uno de sus mayores retos: pagar más de 430 mil millones de pesos en adeudos con proveedores y, al mismo tiempo, impulsar proyectos estratégicos en petroquímica y gas natural. Durante el Foro Nacional de la Industria Química, el director general, Víctor Rodríguez Padilla, reconoció que la empresa dedica gran parte de sus recursos al pago de deuda, lo que limita su capacidad para invertir en nuevas iniciativas. “El futuro del país es una alianza entre Pemex y el sector privado”, afirmó.
La petroquímica es el eslabón que conecta la producción de hidrocarburos con industrias esenciales: plásticos, fertilizantes, farmacéutica y alimentos. Sin inversión, México seguirá dependiendo de importaciones para cubrir su demanda interna. Hoy, el país opera con complejos subutilizados y enfrenta escasez de insumos críticos como etano, propileno y amoníaco, lo que frena la competitividad y eleva el déficit comercial.
Concepto clave: gas natural competitivo
El gas es la materia prima fundamental para la petroquímica y la generación eléctrica. Pemex se ha fijado la meta de alcanzar 5 mil millones de pies cúbicos diarios, pero los pozos maduros y la falta de infraestructura complican el objetivo. Sin gas suficiente y a precios competitivos, la industria química no puede crecer ni atraer inversiones.
Rodríguez destacó que el T-MEC y el marco regulatorio actual permiten la participación de inversionistas nacionales e internacionales en proyectos redituables. Pemex plantea esquemas de contratos mixtos, donde la empresa aporta activos y capacidad comercial, mientras la IP contribuye con capital y tecnología. El objetivo: rehabilitar complejos petroquímicos, desarrollar proyectos de cogeneración y explorar nuevas reservas de gas y crudo.
La falta de liquidez y de inversión no solo compromete la operación de Pemex: amenaza la soberanía energética y la estabilidad de cadenas productivas estratégicas. Si el llamado encuentra respuesta, México podría reducir su dependencia de importaciones, fortalecer la petroquímica y garantizar energía para la industria. Si no, el riesgo es prolongar la fragilidad financiera y perder competitividad frente a sus socios comerciales.
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