Grupo Carso de Carlos Slim controla 5 mil millones de dólares en contratos con Pemex mientras otras empresas miran desde afuera. Descubre cómo el magnate está reescribiendo las reglas del juego energético.
En lo que parece un déjà vu de las telecomunicaciones, Carlos Slim acaba de convertirse en el actor dominante de los contratos mixtos de Pemex, con una participación estratosférica del 62%. Mientras nueve empresas se reparten migajas de los 8,060 millones de dólares en proyectos, solo Grupo Carso se lleva 5,000 millones para explotar el campo gigante de Ixachi, Veracruz.
157.3 millones de pies cúbicos de gas diarios: Lo que extraerá Slim en Ixachi, equivalente al 25% de la producción nacional actual.
18.7 mil barriles diarios de petróleo: Un botín adicional en un país que importa el 70% de su gasolina.
$0 para Pemex en campos clave: Mientras Slim paga por Ixachi, proyectos como Homol y Och siguen sin interesados.
"No es una alianza, es un rescate encubierto", comenta un analista energético bajo condición de anonimato. "Pemex no tiene capital para desarrollar Ixachi, y Slim lo sabe".
El modelo de "contratos mixtos" —aprobado en mayo por el Consejo de Pemex— prometía abrir la puerta a múltiples privados. Pero la realidad es otra:
Sin licitaciones: Los proyectos se asignan por "interés comercial", un criterio opaco.
Favoritismo geográfico: Slim controla el campo terrestre más rico (Ixachi), mientras los campos marinos —más riesgosos— esperan por empresas como Harbour Energy.
Bonos cuestionables: Los $5,000 millones que pagará Slim son un 0.6% de la deuda total de Pemex. ¿A qué costo real?
Ixachi tiene reservas para 20 años, pero Pemex no explotará ni un barril: Slim se queda con la producción.
El contrato incluye cláusulas de flexibilidad fiscal, algo que otras empresas no obtuvieron.
Mientras Slim avanza, 70% de los campos asignados no tienen operador confirmado.
"Es el modelo perfecto: ganar con el petróleo de otros", ironiza un ejecutivo de una competidora excluida. "Si el campo da pérdidas, Slim reclama incentivos. Si da ganancias, Pemex solo recibe migajas".
Mientras el gobierno celebra la "inversión privada", expertos ven riesgos:
Concentración peligrosa: Slim controlará 1 de cada 3 pies cúbicos de gas producido en México.
Pemex pierde soberanía: Regala sus campos más ricos sin capacidad para replicar el modelo.
Competencia asfixiada: Empresas como Sinopec o Harbour solo acceden a proyectos marginales.
El mensaje es claro: México no tiene petróleo para todos... pero Slim sí tiene dinero para el petróleo de todos.
Todos los campos son obligatorios *