Los apoyos del Gobierno a Pemex evitan una rebaja en la calificación de México, pero los problemas estructurales persisten.
Los apoyos del Gobierno federal a Pemex han evitado, por ahora, una rebaja en la calificación crediticia de México. Analistas coinciden en que las medidas implementadas —fondos de garantía y financiamiento respaldado por banca de desarrollo— han permitido mantener la perspectiva estable, alejando el riesgo inmediato de perder el grado de inversión. Sin embargo, detrás de este alivio temporal persiste una pregunta clave: ¿es una solución real o solo un “parche bonito”?
Las principales agencias han pasado de una perspectiva negativa a estable, reconociendo mejoras en métricas fiscales y la capacidad del Gobierno para sostener a Pemex. El cambio se explica por:
Los apoyos no atacan el problema estructural: alta carga financiera, baja rentabilidad y dependencia del presupuesto público. Si Pemex incumple pagos y activa garantías, la deuda se consolidará en las cuentas del Gobierno, generando un impacto fiscal significativo. Además, la falta de nuevos hallazgos y el declive natural de campos presionan la producción, lo que limita ingresos futuros.
El mensaje es claro: la estabilidad actual depende de soluciones temporales. Para blindar la calificación y reducir riesgos sistémicos, México necesita una estrategia integral que combine eficiencia operativa en Pemex, diversificación energética y disciplina fiscal.
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