Descubre por qué la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, propone paciencia estratégica ante los nuevos aranceles de Trump al acero y aluminio, mientras exige a Estados Unidos asumir su responsabilidad en el combate al consumo de drogas.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se pronunció con cautela acerca del nuevo anuncio de Donald Trump de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Frente a un posible golpe comercial que podría sacudir la relación bilateral, Sheinbaum pidió “esperar y tener la cabeza fría” antes de cualquier reacción. Reconoció que se enteró del aviso a través de los medios, por lo que prefirió aguardar detalles concretos:
“Vamos a esperar a ver si anuncia hoy algo y, a partir de allí, tomaremos nuestras definiciones.”
Esta postura de “paciencia estratégica” contrasta con la impaciencia de algunos sectores que exigen respuestas inmediatas al férreo proteccionismo de Trump. Sin embargo, Sheinbaum prefirió bajar la temperatura, como si dijera: “primero escuchemos, luego movemos nuestras piezas”.
¿Nuevos roces por el tema de las drogas?
La mandataria aprovechó para recordar que la fricción con Washington no se reduce solo a los aranceles. Insistió en que Estados Unidos tiene que “hacer su parte” en el combate al tráfico y consumo de drogas, un asunto que la Casa Blanca ha utilizado como amenaza para endurecer las tarifas. Según Sheinbaum, las críticas a México por la producción y el paso de estupefacientes no pueden desvincularse de la demanda interna de drogas en el país vecino:
“Nosotros lo que queremos es paz y tranquilidad para el pueblo de México. Trabajamos diariamente para evitar la producción, la distribución y la violencia.”
En otras palabras, Sheinbaum mete en la ecuación que, mientras México se esmera por frenar la violencia y la producción de ciertas drogas, Estados Unidos debería atender la problemática de salud pública que supone su mercado interno. Se trata de un dardo directo contra las declaraciones de la administración Trump, que culpa a los cárteles y a la supuesta leniencia del Gobierno mexicano, sin reconocer la responsabilidad compartida.
En el trasfondo, planea el espectro de una posible escalada: si el magnate republicano decide efectivamente imponer aranceles al acero y al aluminio, la economía mexicana sentiría el impacto de inmediato, y la presión recíproca sobre la agenda migratoria y de seguridad podría elevar las tensiones a niveles incendiarios. Sheinbaum, sin embargo, apuesta a la templanza: “cabeza fría” para no ceder a la provocación, esperando ver si Trump cumple o se queda, como tantas veces, en amenazas destinadas a la galería política.
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