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Secado agroalimentario con geotermia: calidad homogénea, menos merma

Cómo estandarizar perfiles de secado con calor geotérmico: evitar case hardening, medir kWh-térmico por kg de agua removida y comparar costos vs GLP/diésel con contratos bancables.

Secado agroalimentario con geotermia: calidad homogénea, menos merma

En el mundo real de la agroindustria, la diferencia entre un lote aceptado con sobreprecio y otro rechazado por “defecto de secado” no suele ser dramática: es térmica. Un par de grados de más, aire mal balanceado, un arranque apresurado para alcanzar rendimiento y el producto se endurece por fuera “case hardening” mientras queda humedad retenida en el núcleo. La geotermia, cuando se entiende como fuente de calor estable y modulable, corrige el problema de raíz: entrega energía térmica constante, limpia y medible, para seguir la curva de secado que exige cada cultivo sin estar a merced del GLP o del diésel.

Este artículo continúa la ruta que abrimos con la Ley de Geotermia 2025 (usos diversos), aterrizamos en Cerro Prieto como clúster térmico y después aplicamos al invernadero y al frío por absorción. Hoy cerramos el triángulo: secado. El lector ideal es el responsable de planta, el jefe de operaciones en un empaque, la cooperativa que vende a clientes con especificaciones estrictas y el financiero que quiere pagar por desempeño, no por promesas.

De qué hablamos cuando hablamos de “secar bien”

Secar no es “soplar aire caliente”. Es guiar humedad en dos etapas físicas: una primera de tasa constante, donde el agua superficial se evapora rápido, y una segunda de tasa decreciente, cuando la difusión interna manda y la piel del producto se vuelve el cuello de botella. Si te pasas de temperatura al inicio, formas costra; si te faltan horas al final, el lote llega con actividad de agua fuera de especificación. Para chiles, granos, hierbas y frutas, los rangos de aire suelen moverse entre 45 y 70 °C, con velocidades de 1 a 3 m/s y humedad relativa controlada por recirculación y purga. Las cifras exactas dependen del producto, del grosor y de la presentación comercial, pero hay una constante: lo que no controlas no se repite.

Ahí entra la geotermia. No buscas vapor vivo; buscas agua caliente en el rango 70–95 °C para alimentar un intercambiador aire-agua que calienta el flujo de proceso. Con calor estable, puedes escalar por pasos: un arranque suave para evitar endurecimiento, un tramo de mantenimiento para sostener la migración de humedad y una cola final que preserva color, aceites esenciales y textura.

Del pozo a la línea: diseño que no improvisa

En un secador serio, la unidad de tratamiento de aire es el corazón. Toma el aire de proceso, lo hace pasar por el intercambiador alimentado por geotermia, dosifica recirculación y aporte de aire fresco y expulsa una fracción al exterior para mantener el balance psicrométrico. La consigna no es calentar más: es moverse sobre la carta psicrométrica por rutas que retiren humedad sin castigar calidad.

Tres decisiones marcan la diferencia:

Intercambiador y hidráulica. Selección de materiales para incrustaciones; caída de presión compatible con los ventiladores; aislamiento en toda la red para que el kWh-térmico llegue a la cámara y no se pierda en la sala. El circuito geotérmico se aísla del producto mediante un loop secundario; así proteges la línea si cambian la química o los caudales del lado del pozo.

Estrategia de recirculación. La recirculación no es dogma; es función de humedad absoluta. En la etapa de tasa constante, un porcentaje alto de recirculación ayuda a la economía térmica; cuando entras a tasa decreciente, aumentas purga para sostener el gradiente de evaporación.

Medición y control. Termopares o RTDs de clase industrial a la entrada y salida del intercambiador; sensores de humedad bien calibrados en el ducto principal; balanza y registro de masa por lote; data logging de kWh-térmicos entregados. Sin eso, no hay trazabilidad; con eso, puedes facturar por calor útil y auditar especificaciones de cliente.

Calidad que se ve: color, aroma, textura

Quien compra chile seco, hierbas o fruta deshidratada no paga humedad “promedio”: paga uniformidad. El secado geotérmico, al estabilizar la fuente de calor, permite perfiles de temperatura y humedad repetibles. Para chiles, por ejemplo, el control fino evita la degradación de carotenoides y aceites volátiles; para hierbas, preserva aromas que el mercado huele al abrir la bolsa; para granos, minimiza la fisura interna y mejora comportamiento en molienda. La diferencia es comercial: menos reclamos, menos retrabajos, mejor precio de salida.

Energía y dinero: cómo se entiende la economía del secado

El secado consume energía para remover agua. El indicador honesto es el kWh-térmico por kilogramo de agua retirada. Si hoy calientas con GLP o diésel, tu costo por unidad de agua removida depende del precio y de la eficiencia del quemador. Con geotermia, el costo depende del LCOH (costo nivelado del calor), de las pérdidas en tubería y de la eficiencia del intercambiador-ventilación. La comparación se hace por lote:

  1. Determinas humedad inicial y objetivo (húmeda o seca, según norma).

  2. Calculas agua removida.

  3. Sumas la energía térmica entregada al aire de proceso y la divides entre el agua removida.

  4. Multiplicas por el costo del kWh-térmico contratado.

Si ese valor cierra contra GLP/diésel, ya no estás discutiendo tecnología, estás discutiendo flujo de caja. Y si el costo térmico baja pero además reducen mermas y rechazos, el margen mejora por dos vías.

Contratos que el banco sí financia

Lo exploramos en la serie con invernaderos y con frío por absorción y aquí aplica igual: suministro térmico por desempeño. El proveedor entrega kWh-térmicos medidos en el punto de transferencia; el precio se indexa al energético desplazado; hay disponibilidad mínima anual y penalizaciones por fuera de banda. La planta controla su operación; el proveedor se compromete a que el calor llegue. Si se integra en un clúster donde el mismo loop alimenta invernadero de día, secado por tandas y frío por absorción como base, la infraestructura se amortiza mejor y el riesgo de demanda se diversifica.

“¿Y si algo sale mal?” – riesgos y mitigación

La química geotérmica puede generar incrustaciones; se gestiona con materiales adecuados, química de control y limpiezas programadas. La variabilidad de caudal o temperatura se absorbe sobredimensionando el intercambiador y usando almacenamiento térmico si la logística lo pide. El case hardening no es “culpa del calor geotérmico”; es un perfil mal definido al arranque. Se corrige con rampas de temperatura, control de velocidad de aire y vigilancia de humedad del producto en línea.

México: por dónde empezar

Donde ya existe recurso geotérmico operativo y demanda procesable a distancias razonables. Si en tu zona hay invernaderos que ya se estabilizaron con calor geotérmico o cámaras frías por absorción que operan todo el año, el secado es el siguiente candidato natural: comparte loop, comparte mantenimiento y ancla la demanda en estaciones altas. En Bajío y occidente —hierbas, deshidratados, fruta— el valor por kilo es alto y el cliente exige homogeneidad; en norte —chiles, granos— la ventana climática es corta y el control agrega semanas útiles.

Qué cambia para la planta que da el salto

Cambia el lenguaje. Dejas de pensar en “calderas prendidas o apagadas” y pasas a perfiles de proceso con energía entregada medida. Cambia la conversación con el cliente: de “vamos a llegar” a “así garantizamos tu actividad de agua y tu color objetivo” con evidencia de lote. Cambia la relación con la banca: de “financia una expansión” a “financia un flujo pactado por unidad de agua removida”. Y cambia, sobre todo, la capacidad de crecer sin que la volatilidad del combustible te arruine la temporada.


La geotermia en México ya no es sólo una turbina en el horizonte: es una red de calor que puede calentar, secar y hacer frío en radios logísticos cercanos al recurso. La ley abrió el carril; Cerro Prieto mostró el músculo; invernaderos y absorción probaron bancabilidad; el secado suma control de calidad y valor por kilo. Cuando eso sucede a la vez, no nace una moda: nace una ventaja competitiva regional. Y esa, bien administrada, dura más que cualquier coyuntura.


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