En el Senado, Sener afirmó que el Estado recuperó la rectoría energética: Pemex redujo 90% sus pérdidas, pagó a proveedores y CFE reportó 125 mil mdp en utilidades, con trazabilidad contra huachicol y expansión de transmisión.
La secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar, defendió en el Senado que el gobierno devolvió al Estado la conducción estratégica del sector. “Ha costado mucho recomponer el rumbo”, dijo, pero en un año —insistió— se consolidó un modelo que fortaleció la soberanía y recuperó capacidades en Pemex y en la CFE, empresas que, según su diagnóstico, los gobiernos anteriores intentaron desmantelar.
Las críticas llegaron de PRI y PAN: cuestionaron la capacidad de ambas empresas y hablaron de quiebras. González Escobar respondió con números. La CFE, afirmó, cerró el primer trimestre con utilidades por 125 mil millones de pesos. Pemex, por su parte, redujo sus pérdidas casi 90%, generó ahorros por 20 mil millones, y liquidó pasivos con proveedores por 300 mil millones. Atribuyó el giro a disciplina de gasto, un nuevo régimen fiscal que estabilizó las finanzas y una operación de bonos precapitalizados por 12 mil millones de dólares que alivió vencimientos y flujo a la cadena de suministro.
La funcionaria se detuvo en un punto espinoso: el huachicol fiscal. Aseguró que hay coordinación con el gabinete de seguridad y que las reglas de trazabilidad obligatoria ya se aplican a cada tramo de la cadena de valor de combustibles, con la promesa de cerrar espacios a la evasión y armar mejores expedientes. “Se trata de información oportuna para investigar y sancionar”, resumió.
También defendió el papel de la iniciativa privada. No se canceló —dijo—, sino que opera bajo reglas más ordenadas. Con ese marco, CFE vuelve a colocarse como columna vertebral del sistema eléctrico y empuja más de 6,700 kilómetros de nuevas líneas de transmisión para conectar regiones industriales y comunidades que hoy dependen de una red frágil. Rebatió la idea de que la energía pública es más cara o más sucia: planteó que los números muestran lo contrario y que la transición “responsable” busca pasar de 24% a 35% de energías limpias en 2030.
Sobre Pemex, la narrativa fue de saneamiento. “De ser la petrolera más endeudada del mundo”, señaló, hoy muestra mejoras superiores al 30% en salud operativa frente al año anterior. El alivio financiero —explicó— no es cosmético: combina menor presión de deuda, inversión priorizada en activos con retorno y normalización de pagos que, durante años, asfixiaron a contratistas y proveedores.
Desde la oposición vino otra acusación: que la reforma del actual gobierno es “casi una copia” de la de 2013. González Escobar lo negó. Llamó “rotundo fracaso” a la apertura de Peña Nieto y sostuvo que, a una década, las empresas privadas apenas producen 2% del petróleo en el país y los 200 mil millones de dólares prometidos nunca llegaron. En su lectura, el contraste es claro: “Hoy la energía está al servicio del pueblo, no de la ganancia privada”.
La comparecencia dejó un trazo político y técnico: el gobierno quiere medir resultados en flujo, pérdidas y red, no en discursos. Si la trazabilidad cierra la puerta al huachicol fiscal, si las líneas de transmisión se construyen en tiempo y forma, y si Pemex mantiene flujo sano pagando a tiempo y eligiendo mejor sus inversiones, el mensaje de rectoría del Estado se notará menos en el micrófono y más en la operación diaria. Esa será la verdadera prueba en 2026.
Todos los campos son obligatorios *