Claudia Sheinbaum anuncia una reestructuración histórica de Pemex que integrará verticalmente sus operaciones y priorizará su papel rector en la industria energética nacional hasta 2040.
En una sala de Palacio Nacional donde décadas atrás se tomaron decisiones que fragmentaron a Pemex, Claudia Sheinbaum sostiene los planos de una ambiciosa reconstrucción. "Esto no es un ajuste financiero, es volver a unir lo que nunca debió separarse", explica mientras señala diagramas que muestran cómo exploración, refinación y comercialización volverán a ser un solo cuerpo. La promesa es clara: en tres semanas, México conocerá la hoja de ruta para transformar su petrolera en un gigante integrado que funcione hasta 2040.
La presidenta no duda al señalar el origen del colapso: "Desde 1992, Pemex fue desmembrado en pedazos". Recuerda cómo cada sexenio agravó la herida:
Salinas creó subsidiarias aisladas
Peña Nieto impulsó la reforma del 2013 que generó 40 filiales
Calderón permitió que la venta de gasolinas dejara de financiar a la empresa
"Fue un golpe maestro para la corrupción", sentencia Sheinbaum. Esa fragmentación convirtió a la petrolera en un archipiélago de islas desconectadas, donde el dinero se perdía en los espacios entre exploración y refinación, entre producción y comercialización.
El plan que preparan Hacienda, Energía y Pemex tiene un principio rector: integración vertical. Imagine una torre de control única que gobierne desde la primera perforación hasta la bomba de gasolina. Esto significa:
Fin de las subsidiarias autónomas: Exploración, producción y refinación volverán a hablar el mismo idioma operativo.
Primacía en los yacimientos: Pemex tendrá derecho de primera opción sobre cada pozo petrolero. Solo si no puede explotarlo, participarán privados bajo estrictas reglas fiscales.
Contratos transparentes: Se eliminarán las "empresas fantasma" que intermediaban servicios.
"Queremos que sea como las grandes petroleras mundiales: un solo mando, cuentas claras", enfatiza la mandataria durante las reuniones maratonianas de los martes energéticos.
Mientras se diseña el futuro, se atiende el presente:
Los 147,000 millones de pesos ya pagados a proveedores son solo el primer paso.
Julio traerá más pagos para sanar heridas acumuladas.
La deuda se abordará con una reestructuración que no significará traspasarla al erario público.
"Estamos revisando cada contrato, cada obligación", revela un asesor cercano al proceso. "No es solo pagar, es evitar que el sangrado se repita".
Lo más revolucionario no son los cambios inmediatos, sino la visión a 15 años:
Tecnología y sustentabilidad: Inversión en captura de carbono y energías limpias.
Contratos mixtos inteligentes: Participación privada con reglas claras y mayor carga fiscal.
Transparencia radical: Auditorías en tiempo real supervisadas por la ASF.
Como dice un veterano trabajador de la refinería de Tula: "Por fin veo un plan que entiende que Pemex no es solo pozos, es el motor que mueve a México". La cita es en tres semanas, cuando este rompecabezas comience a armarse frente al país.
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