Mientras Pemex envía crudo a Cuba 'por ayuda humanitaria', Estados Unidos prepara sanciones que podrían estrangular a la petrolera más endeudada del mundo. Descubre el riesgo real detrás de estos envíos.
El tanquero Sandino, cargado con 300 mil barriles de crudo mexicano, flota frente a Coatzacoalcos como un símbolo incómodo. Su destino: Cuba. Su precio: 60 millones de dólares que Pemex —la petrolera más endeudada del mundo— no puede permitirse regalar. Pero esto no es caridad. Es un juego peligroso que podría terminar en sanciones estadounidenses, ahogando aún más las finanzas de la empresa.
Pemex insiste en que estos envíos son "contratos comerciales en pesos", no donaciones. Pero los números no cuadran. Cuba, sumida en su peor crisis energética, no tiene cómo pagar. Y los 600 millones de dólares en crudo y amoníaco enviados en 2024 —el doble que el año anterior— huelen a rescate político disfrazado. Peor aún: el dinero sale de Gasolinas Bienestar, una filial que ya arrastra opacidad y que ahora podría meter a Pemex en la lista negra de Washington.
Estados Unidos no perdona el comercio con Cuba. Si decide actuar, las consecuencias serían brutales:
Financiamiento internacional bloqueado (Pemex depende de bancos extranjeros para refinanciar sus 101 mil millones de dólares de deuda).
Aseguradoras y navieras huirían, paralizando exportaciones clave.
El crudo mexicano perdería mercados, y el poco flujo de efectivo se secaría.
Mientras la presidenta Sheinbaum habla de "solidaridad humanitaria", los mercados ven otra cosa: una empresa al borde del colapso, quemando recursos en operaciones que no generan rendimiento. ¿Realmente Pemex puede darse este lujo?
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