En 2026 Pemex dejará de aportar al erario y costará más de lo que genera; cada ciudadano pagará 230 pesos para sostenerla.
Por primera vez en la historia, Petróleos Mexicanos dejará de ser fuente estratégica de ingresos para el Gobierno federal y se transformará en una carga directa para los contribuyentes. El análisis del Paquete Económico 2026 revela que cada ciudadano deberá aportar 230 pesos de sus impuestos para mantener solvente a la petrolera estatal, en un contexto donde la renta petrolera prácticamente desaparece.
El presupuesto proyecta ingresos petroleros por 1.2 billones de pesos, equivalentes al 3.1% del PIB. Sin embargo, Pemex retendrá el 81% de esos recursos, mientras que la Federación recibirá apenas el 19%, el menor porcentaje registrado. A esto se suma una transferencia gubernamental de 263 mil millones de pesos vía la Secretaría de Energía, lo que genera un saldo neto negativo de 31 mil millones. En términos prácticos, el Estado destinará más dinero a Pemex del que obtendrá por su operación.
La recaudación tributaria alcanzará un máximo histórico de 15.1% del PIB, impulsada por nuevos gravámenes y aranceles. Pero gran parte de esos ingresos se canalizarán al rescate de Pemex, desplazando recursos que podrían financiar salud, educación y seguridad. Expertos advierten que esta dinámica reduce el margen fiscal y compromete la sostenibilidad de las finanzas públicas: Pemex pasa de ser un activo estratégico a convertirse en una carga estructural.
El Gobierno apuesta por estabilizar la empresa mediante desendeudamiento y aportaciones extraordinarias, pero la producción estimada de 1.79 millones de barriles diarios luce optimista frente a la tendencia de declive. Si no se cumplen las metas, el déficit podría ampliarse, presionando aún más la deuda pública, que superará los 20 billones de pesos en 2026. El reto es claro: redefinir el modelo energético y fiscal antes de que la dependencia de Pemex se convierta en un riesgo sistémico.
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