Mapa operativo y explicación clara de la logística mexicana: 16–17 mil km de ductos, rol de las TAR, cuándo conviene pipa, tren o buque, y cómo planear redundancias para evitar cuellos y proteger el margen en Golfo y Pacífico.
La refinación sólo vale si el producto llega a tiempo, en calidad y al costo correcto. México opera una columna vertebral de 16–17 mil kilómetros de ductos, apuntalada por TAR (terminales de almacenamiento y reparto), una flota mixta de pipas, carrotanques y buquetanques, y dos pulmones marítimos: Golfo y Pacífico. Cuando una válvula se cierra, un patio se satura o la mar se encrespa, el sistema descubre su verdad: la logística manda.
Este reportaje mapea cómo fluye el crudo y los petrolíferos, dónde se deciden los tiempos de ciclo, qué cuellos de botella revientan primero y qué redundancias separan a una crisis logística de una anécdota operativa. El objetivo no es admirar diagramas: es tomar decisiones —qué ruta usar, cuándo reservar cupos, cómo segregar ULSD— para sostener abasto y margen.
El esqueleto lo forman oleoductos (crudo a refinerías) y poliductos (gasolinas, diésel, turbosina) que conectan refinerías, CPG, complejos petroquímicos, TAR y puertos. A esa red troncal la alimentan y descargan cuatro “brazos” operativos: ducto (barato y veloz en continuo), autotanque (flexibilidad quirúrgica), ferrocarril (volúmenes largos con costo unitario competitivo) y cabotaje (la bisagra entre litorales). El rendimiento real del sistema no se mide sólo en barriles corridos, sino en tiempos de ciclo y calidad sin degradación.
En el Golfo se decide la mayor parte del balance: entradas de importación, salidas de refinerías del sureste, puertos con disponibilidad de muelles y monoboyas y una red de TAR que irradiar producto al centro. El Pacífico es el estabilizador: Salina Cruz y su monoboya permiten cabotaje hacia el noroeste y el bajío cuando los ductos del Golfo se tensan o cuando el clima cierra ventanas en el Atlántico. La salud del sistema se adivina con tres preguntas: ¿cómo está el oleaje y el viento en cada litoral?, ¿qué TAR están al límite?, ¿hay ductos fuera por mantenimiento o seguridad?
Modo | Uso óptimo | Fortaleza | Límite típico | Tiempo de ciclo (referencial) | Notas de calidad |
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Ducto | Flujos base y continuos | Costo unitario bajo, velocidad constante | Paros por mantenimiento, seguridad, segregación limitada | Horas–pocos días | Riesgo de downgrade si no hay segregación dedicada ULSD |
TAR | Pulmón regional | Acumula inventario operativo, mezcla controlada | Cupo saturado, ventanas restringidas | Depende de patio/turnos | Donde se gana o pierde la NOM-016 |
Autotanque (pipa) | Último tramo, zonas sin ducto | Flexibilidad y capilaridad | Costo elevado, congestionamiento, seguridad carretera | Horas–1 día regional | Perfecto para micro-segregaciones |
Ferrocarril (carrotanque) | Corredores largos, lotes grandes | Costo/volumen competitivo | Necesita patios y coordinación fina | Días | Buena opción para ULSD si la cadena la respeta |
Cabotaje (buquetanque) | Trasvase Golfo↔Pacífico, picos | Gran volumen, bypass a ductos saturados | Meteo, slots portuarios, monoboyas | Días–semanas | Clave en paros de refinería o ventanas marítimas |
Cómo leer la tabla: el ducto es el rey del costo; la pipa, la reina del último kilómetro; el ferrocarril, el corredor de fondo; el cabotaje, el puente entre mundos. Las TAR no son un modo: son el latido.
Cupo TAR. La lista de espera convierte días en dinero. Un patio saturado arruina cualquier optimización upstream.
Segregación de ULSD. Mezclar diésel UBA con alto azufre es tirar valor y violar norma; la NOM-016 no perdona “poquito”.
Monoboyas y muelles. Una tormenta, tres barcos en fila y tu plan cae. Anticipar slots y mantener nóminas de práctico y remolcadores es tan importante como comprar al precio correcto.
Ductos interrumpidos. Un paro programado, una toma ilícita, una oscilación de presión: el reloj logístico se reinicia.
Servicios auxiliares. Energía, vapor y agua defienden la confiabilidad de refinerías y TAR; cuando fallan, la ola recorre el sistema.
Rutas espejo. Diseñar un triángulo por región: A (ducto) → B (ferro) → C (cabotaje + pipa). Si A cae, B sube; si B tarda, C entra.
Inventarios inteligentes. Autonomía por días segmentada por producto y región; el número mágico no existe, el correcto depende de tiempos de ciclo y estacionalidad.
Candados de calidad. Válvulas, líneas, tanques y islas dedicadas a ULSD; cualquier “atajo” sale muy caro.
Calendario de ventanas. No basta conocer la parada de una refinería; hay que alinear TAR, patios ferroviarios y muelles.
Acuerdos previos. Slots, cupos y tarifas negociados antes de que haga falta. En crisis, se compra lo disponible, no lo ideal.
Imagina monoboya cerrada en Pacífico por 72 horas y un poliducto del Golfo con reducción de caudal por mantenimiento. La receta que evita desabasto no está en una sola jugada: se adelantan trasvases por ferrocarril, se activan rutas de pipa con ventanas extendidas en TAR y se reprograma el lineup de buques en Golfo para compensar el vacío. La torre no se gana con una pieza, sino con coordinación.
Días de autonomía reales (por producto y región).
Tiempos de ciclo puerta-a-puerta por modo.
% ULSD en especificación a la salida de TAR y a la entrada del cliente.
Utilización de ductos en tramos troncales.
Cupo TAR reservado vs. utilizado (penaliza el “bloqueo inútil”).
Demoras en puerto (horas por causa: clima, muelle, documentación).
NOM-016 como contrato: ULSD no se “arregla” con voluntad; se garantiza con segregación física y control de mezcla.
Tarifas y reglas de acceso visibles: reducen incertidumbre y litigios.
Transparencia de paros y ventanas: refinería, TAR, ductos y puertos en un calendario único.
Seguridad en ruta: ductos patrullados, pipas monitoreadas, patios con control de accesos; sin seguridad no hay logística barata.
Con Olmeca escalando y coquizadoras en curso, el sistema migra hacia más destilados. La logística debe moverse en espejo: TAR aptas para ULSD en todo el país, tramos de ducto con segregación dedicada donde la demanda lo justifique, patios ferroviarios con tiempos estándar y puertos con ventanas resilientes al clima. No es épica; es ejecución.
La infraestructura ya existe, el talento también. Lo que falta —y se puede construir— es una coreografía que ponga a ductos, TAR, pipa, tren y barco a bailar la misma pieza. Si se hace bien, los “huecos” de abasto se vuelven rarezas y el margen deja de depender del milagro. Si se hace mal, 16 mil kilómetros de acero sólo serán un mapa bonito.
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