Conoce cómo Humane —la startup que juró acabar con los teléfonos— cayó ante la crítica y ventas mínimas, hasta que HP la compró por apenas 116 millones, muy lejos de sus ambiciones millonarias en IA.
No se cumplió la profecía de “matar” a los smartphones: HP acaba de comprar Humane, la startup que prometía acabar con el reinado de las pantallas táctiles y los dispositivos de bolsillo, en una transacción valorada en 116 millones de dólares. El precio está a años luz del “billón” de dólares que, según trascendidos, Humane había buscado tras el lanzamiento del famoso AI Pin, un gadget que muchos vieron como un intento todavía más atrevido que los Google Glass o los Galaxy Fold.
Humane levantó revuelo cuando debutó el AI Pin, un aparatito minimalista que se adhiere a la ropa y se controla por voz. Su discurso de venta anunciaba el “fin de la era smartphone” y prometía revolucionar la interacción con la inteligencia artificial. Pero de la euforia a la frustración hay un solo paso: reseñas demoledoras —la de The Verge lo calificó de “proyecto a medias”— y un desembolso de 699 dólares más 24 mensuales que muy pocos quisieron asumir. Al final, apenas 10 mil pedidos en cinco meses, cuando la expectativa era de 100 mil en un año.
El golpe llegó hace poco cuando Humane anunció que los usuarios perderán las funciones en línea de su AI Pin a final de mes. Cero llamadas, cero mensajes, cero IA conversacional. Sólo quedará la pantalla de la batería como un triste fantasma de aquello que pudo ser. Y quienes hayan comprado el dispositivo fuera de los 90 días de devolución, pues ni reembolso les toca.
La ironía es que la empresa que se jactaba de dejar obsoleto al teléfono inteligente acaba de ser adquirida por HP, un jugador “clásico” de PCs e impresoras. Con la compra, HP formará una nueva división orientada a la integración de IA en computadoras, impresoras y salas de conferencias. En otras palabras, el corazón y la mente de Humane —sus fundadores Imran Chaudhri y Bethany Bongiorno— migran a HP, supuestamente para dar ese toque futurista que les hace falta a las PCs de siempre.
Mucha gente llamaba a Humane el gran imán de inversionistas top: Sam Altman (de OpenAI), Marc Benioff (Salesforce) y otros que pusieron 240 millones de dólares de fe en un disruptor que no cuajó. Las grandes promesas a veces se quedan en prototipos sin chispa. Y en este caso, el AI Pin parece sumarse a la lista de gadgets fallidos que ilusionan al público con la promesa de “matar” los dispositivos vigentes, pero terminan asesinados por la crítica, el mercado y la impaciencia de los inversores.
Con la venta, el legado de Humane —más que un cambio de paradigma— se reduce a un recordatorio de que, aunque la inteligencia artificial vive su auge, el mercado no va a perdonar ideas a medias. Quizá HP logre rescatar algo del espíritu audaz de Humane y fusionarlo con su poder industrial. Por ahora, sólo queda el echo de que el precio final de 116 millones está muy lejos de lo que los fundadores creían que valía su invención. Y el resto, ya es historia.
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