Dos Bocas, la apuesta de Sheinbaum para frenar exportaciones de crudo

Descubre por qué la refinería Dos Bocas se perfila como la clave para que México deje de exportar petróleo y cómo sus problemas técnicos, como la salinización del crudo, podrían poner en jaque las metas energéticas del país.

Dos Bocas, la apuesta de Sheinbaum para frenar exportaciones de crudo

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, declaró que el país dejará de exportar petróleo en cuanto la refinería de Dos Bocas funcione a toda su potencia, algo que, según ella, podría suceder “en un futuro no tan lejano”. El anuncio sorprendió a varios en su conferencia matutina, sobre todo porque reconoció públicamente que la refinería enfrenta un obstáculo técnico: la salinización del crudo. Este problema, explicó la mandataria, puede deberse a factores tan diversos como el mal tiempo en el Golfo o la forma en que se extrae el petróleo. Aunque enfatizó que su equipo trabaja para resolverlo, muchos se preguntan si la instalación —un proyecto impulsado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador— realmente logrará alcanzar el nivel de rendimiento prometido.

Hasta ahora, Dos Bocas ha operado muy por debajo de los 340 mil barriles diarios para los que está diseñada. Hay quienes dicen que su ubicación, sobre un antiguo manglar en una zona baja y húmeda, complicó las obras y encareció la factura total, que rebasó los 20 mil millones de dólares. Pero el detalle que más ruido hace es la salinización: si se permite que el crudo con altos niveles de sal entre a la planta, podría dañar el equipo y frenar la producción. También está el hecho de que el proyecto se basó en planos de una refinería pensada para una región montañosa, lo cual habría obligado a modificarlo sobre la marcha.

Por si no bastaran esos temas, hay expertos que señalan la tecnología “anticuada” con la que opera la refinería. Según ingenieros petroleros y consultores energéticos, un desperfecto en alguna parte de la planta podría dejar sin energía todo el complejo, lo que alarga los tiempos de inactividad. Además, Dos Bocas precisa de un gasoducto que aún no está listo, algo esencial para reforzar el proceso de refinación. Mientras tanto, los números indican que a finales de 2024 apenas llegó a funcionar a 17.5% de su capacidad, produciendo diésel con muy bajo contenido de azufre, pero nada parecido a la magnitud prometida.

Pese a todo, Sheinbaum insiste en que la obra está “prácticamente lista” y que se trata únicamente de resolver “un pequeño problema”. Recalca que, una vez afinados los detalles, la refinería estará preparada para abastecer al mercado interno, haciéndole un guiño a la vieja aspiración de la autosuficiencia energética. En otras palabras, su meta es que México no necesite vender crudo al extranjero, sino usarlo en casa para producir la gasolina y el diésel que la población consume. Aunque la idea entusiasma a unos, otros son más escépticos y ponen el dedo en la llaga: ¿alcanzará Dos Bocas el rendimiento con el que se le ha pregonado desde el principio? El debate sigue abierto y, por lo pronto, la balanza se inclina más hacia las dudas que hacia la certeza.

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