Intersolar Mexico 2025 impulsa la agrovoltaica: un solo terreno cultiva tomates y kilowatts, atrayendo inversión y esperanza a las zonas rurales.
En la pantalla del webinar apareció primero Marisol Oropeza, voz oficial de Intersolar Mexico, y luego Valeria Amezcua, presidenta de la Red Agrovoltaica Mexicana. Su mensaje encendió la imaginación de cientos de ingenieros y agricultores: una misma hectárea puede alimentar familias y también encender hogares. Ambos sectores, históricamente enfrentados por el uso del suelo, descubren que pueden bailar al ritmo del sol sin pisarse los pies.
El mayor escaparate fotovoltaico del país volverá a Ciudad de México del 2 al 4 de septiembre de 2025. Esta edición debuta con el Innovation Forum, acceso gratuito para emprendedores que busquen tecnologías listas para entrar al campo mexicano. Además, el Intersolar Stage dará voz a proveedores que enseñarán cómo montar trackers sobre cultivos sin arruinarlos.
Valeria Amezcua define la agrovoltaica como la colocación de paneles a más de dos metros de altura para que la sombra beneficie cultivos sensibles y, al mismo tiempo, genere electricidad. El modelo ya suma 36 GW en Estados Unidos y Europa, un salto notable frente a los apenas kilovatios que México experimenta. Marisol Oropeza señala que la radiación mexicana —una de las más altas del planeta— convierte a este país en laboratorio natural para el concepto.
Productores de Jalisco que cedieron un retazo de tierra a un piloto agrovoltaico reportaron un 15 % menos de evaporación y cosechas más uniformes gracias a la sombra intermitente de los paneles. Los ingresos se diversifican: venta de frutas y kilowatts al mismo comprador, la comunidad local. La transición completa —del monocultivo químico a la agricultura regenerativa bajo panel— toma cuatro a cinco años, advierte Amezcua, pero las recompensas incluyen deuda hídrica menor y rentas solares estables.
Integrar kilovatios rurales a la red aún depende de líneas de media tensión que en muchos ejidos brillan por su ausencia. La altura mínima de 2,1 m que exige Italia para no restar productividad podría adoptarse en México, mientras China prohíbe arrendar suelo agrícola a proyectos solares gigantes para proteger cultivos esenciales. El debate llegará al Congreso Internacional de Intersolar, donde expertos compararán normativas y financiamientos verdes —incluidos bonos de carbono agrícolas—.
Marisol Oropeza cree que la agrovoltaica puede ser el puente entre los objetivos de soberanía alimentaria de la administración Sheinbaum y las metas de neutralidad de carbono para 2030. Paneles bifaciales podrían reducir estrés térmico en ganado y mejorar la productividad de forrajes. En un país donde el 55 % del territorio sufre sequía estacional, cada punto porcentual de humedad retenida gracias a la sombra fotovoltaica vale oro.
Imagina recorrer un invernadero abierto donde tomateras crecen sin quemaduras, mientras sensores IoT ajustan la inclinación de paneles para seguir al sol y, de paso, regular la temperatura. Ese mosaico de comida y electrones no es utopía; será una maqueta funcional en el piso de exhibición de Intersolar Mexico 2025. Si la apuesta prospera, la palabra “rancho” podría significar también “pequeña planta eléctrica comunitaria”.
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