El empleo en el sector de refinación creció 9.7% en abril de 2025, según el Inegi. Sin embargo, especialistas advierten que el modelo actual de Pemex es financieramente insostenible y requiere una reestructuración profunda.
En un giro inesperado, el sector de refinación de petróleo en México —duramente golpeado durante la última década— mostró señales de recuperación en abril de 2025. Según datos del Inegi, el personal ocupado en esta actividad creció 9.7% anual, mientras que las remuneraciones medias aumentaron más de 4%, consolidando a la refinación como el subsector mejor pagado de la industria manufacturera, con un ingreso promedio cercano a los 500,000 pesos anuales por trabajador.
Este repunte ocurre en paralelo con un aumento en la producción nacional de combustibles, impulsado por la entrada paulatina de la refinería Olmeca (Dos Bocas) y el repunte operativo de Cadereyta y Tula, que en mayo reportaron incrementos de producción de 75.1% y 56.1%, respectivamente.
Pero detrás de estos números alentadores, se esconde una pregunta incómoda: ¿es sostenible este modelo?
Para Óscar Ocampo, coordinador de Energía del IMCO, el problema es de fondo: “Refinar se volvió un objetivo de política pública en sí mismo, no como un medio para lograr seguridad energética, sino como una meta aislada”. En otras palabras, Pemex Transformación Industrial está refinando más, pero perdiendo más.
En 2024, el negocio de refinación acumuló pérdidas por 585,000 millones de pesos, lo que pone en duda la viabilidad financiera del modelo actual. Como se analizó en esta nota, incluso refinerías como Dos Bocas —inaugurada en 2022 y operativa desde 2024— apenas procesaron 114,900 barriles diarios en mayo de 2025, lo que representa solo 33.8% de su capacidad instalada.
El caso de la refinería Madero es ilustrativo. A pesar de múltiples intentos de modernización, su producción ha caído de forma sostenida, y en 2025 se mantiene como una de las plantas con menor eficiencia del sistema nacional. Esto plantea una disyuntiva: ¿vale la pena seguir invirtiendo en instalaciones que no logran operar a niveles competitivos?
Ante este panorama, Pemex anunció en mayo una reestructura interna, aprobada por su consejo de administración. El plan incluye:
Además, se limitó el ingreso de nuevo personal de confianza y se inició un esquema de liquidaciones que afectará a menos del 1.4% de las plazas permanentes.
A pesar de los ajustes, los especialistas coinciden en que el talento técnico de Pemex sigue siendo uno de sus mayores activos. La directora de análisis económico de Banco Base, Gabriela Siller, considera que para que la empresa tenga una ventana de rentabilidad, “se tendría que hacer más delgada la organización y primero disminuir la deuda, no pasándola al gobierno, sino vendiendo activos no rentables”.
Ocampo coincide: “La mano de obra calificada de los ingenieros petroleros tiene cabida en muchas industrias. Si se decide cerrar o reconvertir refinerías, esto puede hacerse con una planeación a 10 años que minimice el impacto social”.
El repunte del empleo en refinación es una buena noticia, pero no debe ocultar los desafíos estructurales del modelo actual. Pemex está refinando más, pero sigue perdiendo dinero. La solución no está en cerrar refinerías de forma abrupta, sino en reconfigurar el sistema con visión de largo plazo, priorizando eficiencia, sostenibilidad y rentabilidad.
La pregunta no es si se debe refinar o no, sino cómo, dónde y para qué.
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