Descubre cómo la CONAMER, un referente en simplificación de trámites, se integra a la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones. ¿Podrá mantener su liderazgo en mejora regulatoria o desaparecerá en la nueva estructura?
La Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (CONAMER), que alguna vez fue la niña bonita de la administración pública en temas de simplificación de trámites y dictámenes regulatorios, está a horas de sufrir un viraje tan drástico que muchos temen sea el principio de su fin. A partir del 1 de enero de 2025, este organismo deja de reportar directamente a la Secretaría de Economía y se inserta en la flamante Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), comandada por José Merino. Y, créeme, el panorama pinta más revuelto que un rompecabezas con piezas extraviadas.
Hace no tanto, la CONAMER era el modelo a seguir para Latinoamérica. Chile, Colombia, Perú e incluso para países de Europa que se inspiraban en su forma de revisar trámites, proponer mejoras y aligerar cargas burocráticas. Bajita la mano, su labor proyectaba a México como un país que podía simplificar procesos y, de paso, robustecer la competitividad económica.
Sin embargo, en los últimos años, la CONAMER ha ido perdiendo estrellato. Las razones saltan a la vista:
Mientras la CONAMER languidecía, varios estados y municipios terminaron comiéndole el mandado, creando unidades locales de mejora regulatoria y adaptando procesos mucho más ágiles, cercanos y hasta amigables con la gente. De pronto, fue más sencillo tramitar licencias de negocio a nivel municipal que a nivel federal.
Por decreto, la CONAMER se incorpora a la ATDT, que prioriza la digitalización y las telecomunicaciones en el sector público. ¿Suena de lujo la posibilidad de contar con plataformas tecnológicas súper robustas para la mejora regulatoria? Sin duda. Pero, en el aire queda la incógnita:
¿Podrá la mejora regulatoria sobrevivir o se convertirá en un pegote secundario dentro del nuevo organigrama?
La verdad es que hay más dudas que respuestas:
Para cualquier institución pública, un golpe en su autonomía es como quitarle el timón a un barco en altamar. La CONAMER parece un tren sin locomotora: sus rieles están, sus vagones cargados de experiencia también, pero nadie sabe quién o cómo lo conducirá.
¿La combinación con la ATDT será la bocanada de oxígeno para impulsar la mejora regulatoria con tecnología de vanguardia? ¿O se convertirá en un mero trámite para darle carpetazo a un órgano que una vez brilló con luz propia? La respuesta se conocerá durante 2025, aunque hoy, lamentablemente, la apuesta se inclina a un escenario incierto.
En un país tan necesitado de trámites sencillos, políticas claras y transparencia, la esperanza es que este movimiento termine por revolucionar positivamente la manera en que se gestiona la regulación. Pero la historia nos dice que, si no se cuenta con voluntad política, presupuesto y un liderazgo fuerte, el desenlace puede ser amargo.
Por el bien de la competitividad y de la ciudadanía, crucemos los dedos para que la CONAMER no termine como un cascarón vacío, sino que se convierta en la columna vertebral de la mejora regulatoria digital en México. De no ser así, estaríamos a punto de despedir a uno de los organismos que mejor reputación internacional tuvo en su momento.
El momento que vive la CONAMER es de transformación total y, por desgracia, de enorme incertidumbre. Al final del día, la ciudadanía merece un gobierno con regulaciones claras, rápidas y eficaces. Ojalá la creación de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones se traduzca en un revulsivo positivo, y no en la desaparición progresiva de un organismo que en sus mejores tiempos fue la envidia de más de un país.
En AI Regula Solutions, seguiremos echándole lupa a estos cambios para mantenerte al tanto de las reformas, las tendencias y las oportunidades que surjan de esta fusión. No te despegues de nuestras redes y cuéntanos: ¿tú qué esperas de este nuevo escenario?
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