El gobierno anuncia inversiones históricas para Pemex y CFE, con foco en transición energética, infraestructura y cooperación internacional.
El gobierno federal presentó ante funcionarios de la Comisión Europea e inversionistas internacionales un plan que redefine el rumbo energético de México: inversiones por 250,000 millones de dólares hacia 2035, destinadas a fortalecer a Pemex y CFE, acelerar la transición energética y garantizar la seguridad de suministro en un contexto de crecimiento económico y presión climática.
La secretaria de Energía, Luz Elena González, destacó que este modelo busca equilibrar soberanía, sustentabilidad y competitividad, con un enfoque que combina la conducción estratégica del Estado y la participación ordenada del sector privado. “Queremos energía suficiente, limpia y de calidad para acompañar el desarrollo industrial y social del país”, afirmó durante el VI Foro México-Unión Europea.
Este plan incluye la rehabilitación del Sistema Nacional de Refinación, la expansión de proyectos petroquímicos y la incorporación de tecnologías limpias como hidrógeno verde, termosolar, eólica marina y almacenamiento energético.
México mantiene el compromiso de alcanzar 40% de generación eléctrica con fuentes limpias para 2030, en línea con el Acuerdo de París. Para lograrlo, se impulsarán proyectos solares y eólicos de gran escala, además de 24 iniciativas de hidrógeno verde que representan más de 21,000 millones de dólares en inversión, con potencial para producir derivados como amoniaco y metanol, claves para la descarbonización industrial.
Concepto clave: hidrógeno verde
Es un combustible obtenido mediante electrólisis del agua usando energía renovable. Su ventaja: cero emisiones de carbono, lo que lo convierte en pieza central para industrias intensivas en energía y transporte pesado.
El gobierno busca que esta estrategia se traduzca en alianzas tecnológicas y coinversión con la Unión Europea, aprovechando instrumentos como el Banco Europeo de Inversiones y el programa Global Gateway. El objetivo es atraer capital para proyectos de infraestructura limpia y acelerar la digitalización del sistema eléctrico.
Este plan no solo es una hoja de ruta financiera: es la base para reducir la dependencia de importaciones, garantizar estabilidad tarifaria y posicionar a México como hub energético regional. El reto será ejecutar con transparencia, certidumbre regulatoria y velocidad, en un entorno global donde la transición energética ya no es opcional, sino una condición para la competitividad.
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