Descubre por qué la reforma a la Ley de Turismo en Ciudad de México podría desatar un caos de alojamiento en el Mundial 2026, y cómo Airbnb alerta que la oferta de renta temporal se reducirá a la mitad, dejando sin cuartos a millones de fanáticos.
Desde que se anunció que la Copa Mundial de Fútbol 2026 tendría sedes en México, muchos echaron las campanas al vuelo, imaginando un tsunami de turismo y un megaescaparate para la Ciudad de México. Sin embargo, Jorge Balderrama, director de asuntos públicos de Airbnb, lanzó una bomba de realidad: la capital no tiene —ni por asomo— la capacidad hotelera para alojar a los millones de fanáticos que llegarán. Y la reciente reforma a la Ley de Turismo local, que limita los alquileres de corta estancia, puede agravar el problema. Algunos lo llaman “autogol” legislativo.
Según cálculos, unos 5 millones de visitantes desfilarían durante el Mundial. Balderrama explica que, si se aplican los cambios a la ley tal como están, la oferta de alojamientos de renta temporal caería a la mitad, disminuyendo drásticamente la posibilidad de que viajeros encuentren espacios accesibles y cómodos en la CDMX. La consecuencia suena clarita: turistas hacinados, precios disparados, caos de reservas y, en última instancia, una imagen de ciudad saturada —justo cuando se pretende lucir.
La modificación aprobada en octubre de 2024 establece un límite de tiempo anual para arrendar departamentos o casas como hospedaje de corta estancia, además de otros candados que buscan “en teoría” frenar la gentrificación y el alza de las rentas de largo plazo. Sin embargo, Airbnb insiste que esto podría ser un “tiro en el pie”. Para ellos, la culpa del encarecimiento urbano no recae solo en plataformas digitales, sino en la insuficiente planeación estatal y la escasa oferta hotelera.
El directivo de Airbnb comparó la inminente crisis de hospedaje con lo que pasó en París el año pasado durante los Juegos Olímpicos: poca infraestructura tradicional, tarifas por las nubes y enfado de muchos turistas que, al final, batallaron para encontrar cuartos. “En la Ciudad de México no estamos aprendiendo la lección. Entre que no hay suficientes hoteles y ahora se recorta la alternativa de los alquileres temporales, el Mundial pinta complicado”, soltó Balderrama.
Con semejante panorama, cabe preguntarse si las autoridades van a reaccionar a tiempo o si la carambola de leyes terminará ahogando la fiesta antes de que empiece. Por un lado, los legisladores quieren “blindar” los barrios frente al encarecimiento. Por el otro, sin alojamientos suficientes, la capital podría vivir un infierno logístico y hostelero cuando lleguen miles de aficionados extranjeros. Dicho con otras palabras: ¿preferimos una ciudad con pocas pero carísimas opciones o queremos abrirle la puerta a los visitantes y, de paso, inyectar recursos a nuestra economía?
Algunos se preguntan si, en lugar de maniatar las rentas de corta estancia, se podrían explorar impuestos razonables o regulaciones que no muerdan tanto la dinámica turística. Por ahora, Airbnb metió un amparo contra la reforma y no hay diálogo formal con el gobierno. Mientras tanto, el calendario avanza y la Copa 2026 está a la vuelta de la esquina. Si se mantiene el rumbo actual, quizá acabemos con un Mundial digno de admirar en la cancha… pero con un caos monumental fuera de ella.
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