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Transición energética exige infraestructura moderna y segura: CFE

México busca duplicar su capacidad de generación limpia para 2030. La CFE advierte que la meta requiere proyectos con rigor técnico y responsabilidad social.

Transición energética exige infraestructura moderna y segura: CFE

México enfrenta uno de los mayores retos de su historia energética: duplicar la capacidad instalada de generación limpia en menos de una década. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) lo sabe y ha puesto sobre la mesa un mensaje contundente: la transición hacia un sistema eléctrico sostenible no será posible sin infraestructura moderna, eficiente y segura, acompañada de una planeación que combine rigor técnico y conciencia social.

Durante el Primer Encuentro Nacional de Residencias Regionales y Centros de Anteproyectos, la dirección de Ingeniería y Proyectos de Infraestructura (DIPI) subrayó que la empresa se encuentra en un escenario de transformación profunda. “El país crece, la infraestructura eléctrica debe crecer con él”, afirmó la directiva, destacando que la CFE tiene el compromiso de hacerlo con orden, misión técnica y responsabilidad ambiental.

El plan detrás del discurso

El Plan de Desarrollo Eléctrico 2025-2030 (PLADESE) contempla agregar 28,004 MW de capacidad, de los cuales 80% será energía limpia, sin considerar almacenamiento. La inversión estimada para centrales con participación estatal asciende a 23,362 millones de dólares, además de recursos adicionales para transmisión y distribución. El objetivo: alcanzar 38% de generación eléctrica limpia, frente al 23% actual.

Este crecimiento se alinea con compromisos internacionales y con una demanda eléctrica que aumentará 2.5% anual hasta 2038, impulsada por el mismo ritmo de crecimiento económico. Sin embargo, el éxito del modelo depende de factores críticos: claridad contractual, eficiencia operativa y capacidad del Estado para gestionar convocatorias que atraigan inversión privada.

Riesgos y oportunidades en el horizonte

El plan enfrenta riesgos sistémicos: desde la independencia judicial hasta la revisión del T-MEC, pasando por la volatilidad en costos de tecnología y financiamiento. Pero también ofrece ventajas estratégicas, como la relación comercial con Estados Unidos y la posibilidad de integrar cadenas de valor regionales para manufactura y servicios energéticos.

Para la CFE, el desafío no es solo técnico: es institucional. La empresa debe garantizar que cada proyecto cumpla estándares de seguridad, sostenibilidad y trazabilidad, evitando rezagos que comprometan la confiabilidad del sistema eléctrico nacional.

Más allá de la infraestructura: inteligencia regulatoria y visión de futuro

La transición energética no se limita a construir plantas y líneas de transmisión. Requiere modelos predictivos, monitoreo digital y sistemas de inteligencia regulatoria que permitan anticipar riesgos, optimizar inversiones y garantizar cumplimiento sin fricción. La integración de IA en la planeación y operación será clave para reducir incertidumbre y acelerar la adopción de tecnologías limpias.

México tiene la oportunidad de liderar la región en energía sostenible. Pero esa oportunidad solo se materializará si la infraestructura se acompaña de gobernanza sólida, transparencia y herramientas inteligentes que conviertan la regulación en un habilitador, no en un obstáculo.

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