Washington presiona por T-MEC ante ventajas a Pemex y CFE. Claves de riesgo para inversión, PPAs y proyectos en redes y generación.
Washington volvió a poner el foco en la reforma energética mexicana. De acuerdo con reportes públicos difundidos esta semana, el gobierno de Estados Unidos pidió “activar los mecanismos” del T-MEC ante la percepción de que el nuevo marco constitucional y legal otorgaría ventajas a Pemex y a la CFE. El mensaje llega en un contexto de escrutinio a las reglas de participación privada, de cercanía a la revisión del tratado en 2026 y de señales políticas en el Congreso estadounidense para elevar costos a eventuales incumplimientos.
La posición estadounidense se apalanca en dos vectores. Primero, los diagnósticos oficiales recientes que describen un clima de inversión menos favorable para competidores privados en hidrocarburos y electricidad. Segundo, la ruta comercial: presionar el uso de los instrumentos del T-MEC si México mantiene disposiciones que, a juicio de EE.UU., afectan a empresas de ese país. En este tablero, el sector energía vuelve a ser el termómetro de la relación bilateral.
En Palacio Nacional y en Bucareli se asume que el Estado mexicano preservará rectoría y mayoría de mercado para sus empresas públicas, y que la transición energética se ordenará desde la planeación vinculante. Del otro lado, los socios comerciales anticipan que cualquier “preferencia” regulatoria podría traducirse en paneles, medidas espejo o restricciones puntuales en comercio e inversiones. El riesgo para México no es abstracto: más costo financiero, litigios y diferimiento de proyectos, justo cuando la red eléctrica y la cadena de combustibles requieren CAPEX sostenido.
Para las compañías energéticas, el mapa operativo se vuelve más quirúrgico. En electricidad, un entorno de despacho prioritario para CFE, sumado a ventanillas y calendarios estrechos para interconexión, obliga a modelar contratos bilaterales (PPAs) con mayor cobertura de riesgo y a considerar almacenamiento (BESS) como condición de bancabilidad. En hidrocarburos, la preferencia de Pemex en nuevos desarrollos y el reordenamiento de permisos logísticos impactan costos de capital, cronogramas y offtakes.
El ángulo comercial de la disputa no es menor. Si Washington empuja consultas formales y México no corrige, los paneles podrían escalar en 2026, año de revisión del T-MEC. Para la industria, eso significa mayor prima de riesgo en contratos, cláusulas de cambio regulatorio más duras y, en casos extremos, reubicación de inversiones hacia nodos con menos incertidumbre regulatoria. La advertencia llega cuando el país necesita nueva capacidad de generación, redes y almacenamiento para el nearshoring.
¿Qué pueden hacer hoy los tomadores de decisión? Tres movimientos tácticos: (1) blindar contratos con matrices de riesgo T-MEC y cláusulas de terminación anticipada por cambio regulatorio; (2) priorizar proyectos con menor huella litigiosa (autogeneración behind-the-meter, cogeneración eficiente, BESS en nodos críticos) y (3) documentar, con evidencia técnica, cualquier trato asimétrico que afecte competencia o acceso a redes, preparando expedientes que puedan escalarse a instancias comerciales.
A nivel macro, el reto de fondo es reconciliar rectoría estatal con condiciones predecibles de inversión. Si México aspira a cumplir metas de renovables, confiabilidad y crecimiento industrial, requerirá capacidades y capital que trascienden el presupuesto público. Un ajuste fino en reglas –medición, despacho, permisos, transparencia de refuerzos y costos prorrateables– reduciría fricciones con socios y aceleraría la entrada de proyectos críticos.
En los próximos meses, la conversación se moverá en dos pistas: la política (retórica de soberanía vs. disciplina de tratados) y la técnica (si la regulación mexicana puede demostrar trato no discriminatorio en acceso, despacho, permisos y fiscalidad). Mientras tanto, los actores del mercado deben operar como si el panel fuera probable: escenarios, coberturas y cronogramas realistas, sin apostar a que la inercia política resuelva por sí sola el diferencial regulatorio.
¿Qué significa “activar mecanismos” del T-MEC?
Iniciar consultas formales entre gobiernos cuando una parte considera que otra incumple obligaciones; si no hay acuerdo, puede escalar a un panel que derive en medidas compensatorias.
¿Dónde se sentiría primero un conflicto comercial por energía?
En expectativas de financiamiento, primas de riesgo en PPAs y tiempos de decisión de inversiones con componente de importación/exportación (gas, combustibles, equipos de red y generación).
¿Puede México mantener rectoría estatal y evitar paneles?
Sí, si garantiza reglas claras, no discriminación efectiva en acceso/permits/ despacho y transparencia de costos y reforzamientos de red aplicables por igual.
Prueba nuestra EnergiA: simula escenarios T-MEC en tus contratos y optimiza riesgos de interconexión y despacho en 7 días.
Todos los campos son obligatorios *