Minatitlán se apaga: la refinería de Pemex que prometía autosuficiencia y hoy opera al 23%

La refinería de Minatitlán, una de las más grandes del país, opera en mínimos históricos. A pesar de millonarias inversiones, su deterioro técnico y la mala calidad del crudo la mantienen lejos de la autosuficiencia energética prometida.

Minatitlán se apaga: la refinería de Pemex que prometía autosuficiencia y hoy opera al 23%

En el corazón del sur veracruzano, donde alguna vez se encendió el sueño de la autosuficiencia energética, hoy solo queda el eco de una promesa que no termina de cumplirse. La refinería de Minatitlán, una de las joyas históricas de Pemex, opera actualmente al 23.3% de su capacidad, un nivel que no solo compromete su rentabilidad, sino que evidencia el deterioro profundo del sistema nacional de refinación.

Inaugurada en 1956, esta planta fue símbolo de modernidad y orgullo energético. Con el paso de las décadas, su infraestructura fue adaptándose a nuevas exigencias, hasta alcanzar una capacidad instalada de más de 285 mil barriles diarios. Pero esa cifra hoy es solo un recuerdo. En mayo de 2025, apenas procesó 66,500 barriles de crudo, generando un volumen de petrolíferos que no alcanza para cubrir ni una fracción de la demanda nacional.

¿Qué pasó con Minatitlán? La historia reciente está marcada por promesas y cifras que no se traducen en resultados. En 2019, se anunció una inversión de 4,000 millones de pesos para su rehabilitación. Tres años después, Pemex reportó haber destinado más de 37,000 millones. Sin embargo, la planta sigue sin operar de forma eficiente. La producción de gasolinas, diésel y otros refinados es baja, y el combustóleo —un subproducto de menor valor— representa una parte significativa del total.

Pero el problema no es solo financiero. Es técnico. La refinería fue diseñada para procesar crudo ligero, pero actualmente se le suministra crudo pesado, menos adecuado para su configuración. Esta incompatibilidad reduce la eficiencia y acelera el desgaste de los equipos. Y lo que ya estaba deteriorado, simplemente ha dejado de funcionar. La coquizadora no opera, los trenes de diésel fallan, y los intentos por mantenerla activa se asemejan más a una batalla contra el tiempo que a una estrategia energética.

Pemex enfrenta una paradoja: necesita que sus refinerías produzcan más para reducir la dependencia de importaciones, pero no puede detenerlas para repararlas sin agravar esa misma dependencia. Rehabilitar Minatitlán requeriría una inversión millonaria y un paro técnico de varios meses. Pero seguir operándola a marchas forzadas solo profundiza el daño.

Y mientras tanto, el sueño de la autosuficiencia energética se aleja. Porque Minatitlán no es un caso aislado. Ninguna de las seis refinerías tradicionales de Pemex opera cerca de su capacidad máxima. La falta de mantenimiento, la antigüedad de los equipos y la desconexión entre el tipo de crudo disponible y la infraestructura instalada son problemas estructurales que no se resuelven con discursos.

La pregunta es incómoda pero necesaria: ¿vale la pena seguir invirtiendo en un modelo de refinación que no ha dado resultados sostenibles? ¿O es momento de replantear la estrategia energética del país con base en datos, eficiencia y realismo técnico?

Minatitlán, hoy, es más que una refinería en crisis. Es el espejo de una política energética que necesita más que voluntad: necesita decisiones informadas, inversiones inteligentes y, sobre todo, un cambio de rumbo.

Compartir Post:

Deja un comentario

Todos los campos son obligatorios *