A pesar de los esfuerzos por recuperar su franquicia, Pemex enfrenta una competencia feroz y una pérdida de posicionamiento en el mercado de combustibles.
A más de una década de la Reforma Energética, Pemex sigue sin recuperar el control del mercado de gasolinas. De las 14,602 estaciones de servicio registradas en México, 42% operan bajo marcas privadas, según datos de la propia empresa estatal. Aunque la petrolera ha lanzado campañas agresivas desde 2022 para recuperar su franquicia, el avance ha sido marginal: apenas 1% de crecimiento anual.
En 2014, Pemex controlaba prácticamente todas las estaciones del país. Pero tras la liberalización del mercado en 2017, marcas como Oxxo Gas, Petro-7, Gulf, Hidrosina, Repsol y BP comenzaron a ganar terreno. Hoy, 6,105 estaciones operan con marcas distintas, muchas de ellas abastecidas por Pemex, pero sin usar su imagen.
Además, 1,159 estaciones operan bajo el esquema de sublicenciamiento, es decir, venden gasolina de Pemex pero bajo marcas propias. En total, 85% del combustible despachado en México sigue siendo de Pemex, aunque no necesariamente bajo su bandera.
Según Ramsés Pech, analista del sector, el objetivo estratégico de Pemex no es solo recuperar su franquicia, sino controlar la comercialización y distribución desde las terminales de almacenamiento y reparto. La marca es una herramienta de presencia territorial, pero el verdadero poder está en la logística.
En 2022, Pemex lanzó una campaña con descuentos agresivos para atraer franquiciatarios. “Fue una estrategia para recuperar visibilidad, aunque implicó pérdidas importantes”, señala Gonzalo Monroy, consultor energético. Marcas como Total abandonaron el mercado ante los incentivos ofrecidos por Pemex.
Sin embargo, la gasolina Pemex no es la más barata. Según datos de Profeco, marcas como G500, Gulf, Valero y Repsol ofrecen mejores precios: 23.59 pesos por litro de Magna y 25.28 la Premium, frente a los 23.80 y 26.38 pesos que promedia Pemex.
La petrolera enfrenta un dilema: recuperar presencia sin sacrificar rentabilidad. En un mercado donde el consumidor busca precio y calidad, la marca por sí sola ya no garantiza fidelidad.
Las gasolineras de Pemex siguen siendo importantes por razones estratégicas. Aportan al presupuesto nacional, mantienen la presencia del Estado en la cadena energética y son símbolo de soberanía. Pero en la práctica, la competencia privada ha fragmentado el mercado, y Pemex deberá redefinir su modelo si quiere recuperar el liderazgo perdido.
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