¿Puede Pemex sostener el mercado de combustibles con deuda creciente?

La colocación de bonos por $10 mil millones revela una tensión silenciosa: ¿cómo afectan las finanzas de Pemex al abasto, precios y operación del mercado de combustibles?

¿Puede Pemex sostener el mercado de combustibles con deuda creciente?

Introducción

Los combustibles en México no se mueven solo por ductos o pipas. También lo hacen por las decisiones financieras que toma Pemex desde sus oficinas centrales. Y cuando la petrolera más endeudada del mundo emite nuevos bonos por $10 mil millones de dólares, la pregunta es inevitable: ¿cómo afectan estas decisiones al suministro, los precios y la estructura operativa del mercado nacional de gasolinas y diésel?

Las finanzas de Pemex: un riesgo sistémico para el mercado de combustibles

Petróleos Mexicanos representa más del 80% de la oferta de combustibles líquidos en el país. Desde la importación de gasolinas hasta la operación de seis refinerías, la capacidad de la empresa para sostener su flujo de efectivo impacta directamente en el resto del ecosistema: estaciones de servicio, transportistas, empresas de logística y gobiernos locales.

Cuando Pemex tiene que redirigir recursos para pagar vencimientos de deuda —como ocurrirá con los $6 mil millones que cubrirá gracias a la nueva colocación de bonos— lo hace en detrimento de inversión operativa. Las consecuencias se reflejan rápidamente: menor mantenimiento en ductos, retraso en modernización de refinerías, disminución en contratos de suministro o incluso desabasto regional. No es coincidencia que en 2023 se reportaran al menos 8 episodios críticos de escasez en estados como Chihuahua, Morelos o Tabasco, según reportes de Onexpo y CRE.

Además, la volatilidad financiera limita la posibilidad de ajustar precios de forma competitiva. Si Pemex necesita mantener márgenes operativos para cumplir compromisos financieros, difícilmente podrá trasladar beneficios internacionales al precio final. De ahí que, en momentos de baja internacional del petróleo, los consumidores mexicanos no siempre vean una reducción proporcional en las bombas.

Pemex como ancla del precio y abastecimiento: ¿sigue siendo viable?

En teoría, la liberalización del mercado de combustibles —iniciada en 2017— buscaba equilibrar el peso de Pemex y permitir que actores privados garantizaran competitividad, abasto y mejores precios. En la práctica, la política energética actual ha limitado ese avance. Hoy más del 70% del volumen de importación sigue pasando por Pemex Logística, y más del 60% de las estaciones de servicio están vinculadas a la marca o el suministro de la estatal.

Pero este modelo centralizado tiene un talón de Aquiles: si Pemex no tiene liquidez, todo el mercado tiembla.

Los bonos colocados en 2025 pueden dar un respiro inmediato, pero no resuelven el fondo: Pemex requiere entre $10 y $12 mil millones anuales para sostener sus operaciones sin comprometer inversiones clave. Si esa cantidad sigue obteniéndose vía deuda, la presión sobre el mercado crecerá, y la dependencia estructural se hará más riesgosa para todos los actores.

Además, los márgenes de comercialización para estaciones de servicio siguen estrechos. Un mal trimestre en logística, una demora en los pagos o una subida artificial en los precios de terminal pueden quebrar a pequeños distribuidores, reducir la cobertura territorial o incentivar prácticas informales.

Pemex no solo es una empresa: es el eje sobre el cual gira la cadena de valor del combustible en México. Y sus decisiones financieras, aunque disfrazadas de estrategias corporativas, tienen un impacto directo en cada litro que se bombea, transporta o vende.

La colocación de bonos puede dar estabilidad en el corto plazo, pero plantea una discusión urgente para operadores, reguladores y autoridades: ¿cómo blindamos el mercado ante la fragilidad de su principal proveedor?

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