México busca reactivar proyectos eólicos tras años de freno regulatorio; el potencial supera 30 mil mdd hacia 2030, pero persisten retos de infraestructura y certidumbre.
Tras años de freno regulatorio y proyectos detenidos, la industria eólica mexicana comienza a percibir señales de reactivación. El nuevo gobierno ha mostrado apertura hacia la participación privada y la integración de soluciones híbridas —combinando eólica, solar y almacenamiento— para equilibrar el sistema eléctrico. Sin embargo, la certidumbre jurídica sigue siendo el factor decisivo para liberar inversiones que podrían transformar la matriz energética nacional.
Durante la administración anterior, al menos siete centrales eólicas listas para operar quedaron en espera por restricciones de interconexión y cambios regulatorios, afectando inversiones por 700 a 800 millones de dólares. A esto se suman más de 25 proyectos en desarrollo, con un potencial conjunto superior a 5,000 MW, que podrían detonar inversiones por 30,000 millones de dólares hacia 2030, siempre que se establezcan reglas claras y mecanismos de colaboración público-privada.
La energía eólica representa hoy cerca del 8% de la capacidad instalada y aporta alrededor del 6% de la generación eléctrica nacional, con parques en Oaxaca, Tamaulipas y Nuevo León. El país cuenta con un potencial terrestre superior a 50 GW y más de 200 GW marinos, lo que lo coloca entre los mercados más atractivos de América Latina. Aprovechar este recurso permitiría reducir la dependencia del gas natural, cumplir compromisos climáticos y atraer capitales internacionales en un contexto de nearshoring.
La falta de infraestructura de transmisión es el principal cuello de botella. Sin redes robustas, la energía limpia no puede llegar a los centros de consumo, lo que limita su competitividad. El Plan Nacional de Energía contempla 275 nuevas líneas de transmisión y 524 subestaciones hacia 2030, pero la velocidad de ejecución será clave para evitar que la demanda industrial supere la capacidad del sistema. Además, la industria exige certidumbre regulatoria y esquemas que garanticen precios competitivos y estabilidad contractual.
Si el gobierno logra consolidar un marco confiable y acelerar la modernización de la red, México podría duplicar la participación de la energía eólica en la matriz eléctrica y posicionarse como líder regional en generación limpia. El desafío no es técnico: es político, financiero y regulatorio. La ventana de oportunidad está abierta, pero no lo estará por mucho tiempo.
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