Tres años después de su inauguración, Dos Bocas no ha sido entregada formalmente a Pemex y opera al 57% de su capacidad.
La Refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, Tabasco, continúa en una fase que contradice el discurso oficial: no ha sido entregada formalmente a Pemex. A más de tres años de su inauguración y tras múltiples anuncios sobre su operación plena, el complejo sigue bajo pruebas mecánicas y funcionales, sin un acta de entrega-recepción que certifique la incorporación de los activos a la empresa estatal.
De acuerdo con información institucional, el proceso administrativo permanece abierto. La filial PTI Infraestructura y Desarrollo, encargada de la construcción, no ha concluido la transferencia definitiva, pese a que el compromiso original fijaba septiembre de 2025 como fecha límite. Hoy, la incertidumbre se prolonga sin una nueva meta oficial.
Aunque Pemex reporta producción de gasolinas, diésel y coque, el desempeño está lejos de la capacidad proyectada. En septiembre, la planta procesó 194 mil barriles diarios, apenas el 57% de su capacidad instalada de 340 mil barriles. Si bien este volumen representa un avance frente a los primeros meses de operación, no alcanza la meta anunciada para finales de 2024, cuando se prometió operar a plena carga.
La refinería aporta cerca del 19% de la producción nacional de combustibles, consolidándose como la segunda más importante del Sistema Nacional de Refinación, detrás de Tula. Sin embargo, la falta de estabilidad operativa y la ausencia de certificaciones completas evidencian que el proyecto sigue en etapa de arranque.
Dos Bocas nació como emblema de la autosuficiencia energética y como respuesta a la dependencia histórica de importaciones. Pero los retrasos, sobrecostos y ajustes técnicos han convertido la obra en un desafío financiero y reputacional. La inversión acumulada supera los 20 mil millones de dólares, más del doble del presupuesto original, mientras Pemex enfrenta una deuda superior a 100 mil millones de dólares y márgenes de refinación que no logran cubrir costos operativos.
El impacto trasciende lo técnico. Cada mes de retraso implica mayores gastos de mantenimiento, pagos anticipados a contratistas y presión sobre las finanzas públicas. Además, la falta de una fecha clara para la entrega definitiva alimenta dudas sobre la planeación y la transparencia en torno a uno de los proyectos más ambiciosos del sexenio anterior.
Pemex asegura que la refinería alcanzará su capacidad total en 2026, bajo un esquema gradual de estabilización. Expertos advierten que el reto no es solo completar pruebas, sino garantizar eficiencia, seguridad y rentabilidad en un contexto global que exige transitar hacia energías más limpias.
Dos Bocas no es solo una planta: es la apuesta más costosa por la soberanía energética. Y hoy, esa apuesta sigue en juego.
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