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CFE llevará internet gratis a 3,180 clínicas IMSS-Bienestar en 24 estados

CFE e IMSS-Bienestar conectarán 3,180 clínicas en 24 estados. Conectividad como infraestructura sanitaria: telemedicina, continuidad operativa y energía de respaldo.

CFE llevará internet gratis a 3,180 clínicas IMSS-Bienestar en 24 estados

La enfermera prende la pantalla. El monitor tarda segundos en cargar la plataforma de teleconsulta; al otro lado, un especialista confirma la dosis para un niño asmático. En esa clínica nunca había señal estable. Hoy sí. La noticia de que CFE dotará de internet gratuito a 3,180 clínicas de IMSS-Bienestar —en 1,179 municipios de 24 estados— deja de ser un anuncio para convertirse en consulta resuelta, receta validada y traslado evitado. La conectividad, por fin, empieza a comportarse como infraestructura sanitaria.

El acuerdo “Internet en cada Clínica” no suma megas; agrega capacidades: historia clínica digital sin cortes, referencia-contrarreferencia en tiempo real, seguimiento de crónicos con evidencias, avisos epidemiológicos oportunos. En la jerga, esto significa uptime, latencia y seguridad; en la práctica, madres que no pierden un día de jornal para confirmar un diagnóstico y médicos que no improvisan sin expediente actualizado.

Detrás de esa escena hay obra. Tramos de fibra y radioenlaces, preparación de sites, cableado estructurado, gabinetes, antenas, patch panels, balanceadores, ruteadores y políticas de tráfico. Cada punto de acceso exige energía limpia y estable: reguladores, UPS y BESS de baja capacidad que sostengan los equipos TIC y los dispositivos de telemedicina ante microcortes. La red eléctrica de CFE deja de ser telón de fondo y se vuelve coprotagonista; si la energía cae, cae la consulta. Por eso los hospitales que logren más horas de disponibilidad no serán los de más aparatos, sino los de mejor energía y mejor red.

Para las comunidades, el impacto es inmediato. Tele-ecografías en costa, segundas opiniones oncológicas en sierra, vigilancia de embarazo de alto riesgo donde antes solo había carretera. Para los integradores y proveedores públicos de TIC, se abre un mapa nacional de trabajo con una lección de fondo: la clínica no compra hierro ni software, compra continuidad clínica. Eso se firma con SLA traducido a salud: menos caída, menos traslado, menos complicación.

Habrá quienes vean en la conectividad un lujo. En realidad, es economía de tiempo (del médico y del paciente), disciplina de datos (del sistema) y equidad territorial (del Estado). Si el despliegue acompasa lo técnico con lo humano —energía de respaldo, mantenimiento, ciberseguridad y atención remota formativa—, la estadística nacional dejará de esconder el dato rural. La salud pública mexicana se juega, también, en la capa de transporte: electricidad y datos que no fallan cuando se les necesita.

Para los equipos de infraestructura hospitalaria, el desafío no está en cablear más, sino en cablear mejor: segmentar redes (clínica/visitantes), medir calidad de energía, inventariar cargas críticas, planear visitas de mantenimiento trimestral, documentar incidentes y cerrar brechas. Para los gobiernos estatales y municipales, la oportunidad es crear corredores de resiliencia que conecten clínicas con prepas, albergues y juzgados: la misma red que consulta, educa y protege.

La escena de apertura podría repetirse 3,180 veces. Si ocurre, no hablaremos de antenas nuevas, sino de derechos cumplidos. Y de un país que entendió que una receta digital a tiempo vale tanto como una cama disponible.

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