Con el 70% del gas natural importado desde EE.UU., la AMGN revela el plan urgente que podría salvar a México... si el gobierno escucha. Descubre la estrategia que duerme en un cajón mientras pagamos facturas billonarias.
Cada día, México compra a Estados Unidos el equivalente a 30% de sus exportaciones totales de gas natural. Una adicción que cuesta miles de millones y deja al país de rodillas: 70% de nuestro consumo depende de un solo proveedor. Mientras industrias y hogares encienden sus calderas, la Asociación Mexicana de Gas Natural (AMGN) lanza una alerta roja: "Estamos a un huracán, una crisis diplomática o un invierno crudo de colapsar".
Vania Laban, presidenta de la AMGN, no usa eufemismos: "Es una vulnerabilidad estructural". Los números le dan la razón:
Una tormenta en Texas podría paralizar fábricas en Monterrey en 72 horas.
Un conflicto comercial haría disparar tarifas eléctricas un 300%.
Sin infraestructura de almacenamiento estratégico, México navega sin chaleco salvavidas.
La solución, según la AMGN, yace bajo nuestros pies: los yacimientos de shale gas de Coahuila y Tamaulipas, durmientes gigantes que podrían cubrir 40% de la demanda nacional. Pero extraerlos requiere algo que brilla por su ausencia: una Estrategia Nacional de Gas Natural con visión de Estado.
La propuesta de la AMGN es un manifiesto de sobrevivencia:
Desbloquear el shale técnicamente: Usar fracturación hidráulica de última generación con salvaguardas ambientales.
Tejer una red de ductos inteligentes: Conectar zonas productoras con polos industriales hoy desabastecidos.
Construir reservas estratégicas: Tanques subterráneos capaces de soportar 30 días de consumo crítico.
"No es ciencia ficción: Texas lo hizo y hoy domina el mercado global", recuerda un ingeniero petrolero que trabajó en el Permian Basin. "México tiene reservas para 100 años... pero prefiere comprar".
Mientras el gobierno celebra centrales eléctricas, la AMGN señala tres obstáculos mortales:
Regulación obsoleta: Normas diseñadas para gas convencional que asfixian proyectos no convencionales.
Inversión fantasma: Bancos huyen por falta de certidumbre jurídica.
Descoordinación letal: SENER, ASEA y CRE operan como islas sin puentes.
"Sin un marco predecible, ni Pemex ni privados arriesgarán capital", advierte Laban. El ejemplo es cruel: mientras México importa gas a precio oro, billones de pies cúbicos duermen en lutitas que requieren tecnología ya probada en Vaca Muerta (Argentina).
La AMGN no pide caridad: exige colaboración público-privada con reglas claras. Su advertencia final es un puñal: "Cada día que retrasamos la estrategia, regalamos empleos calificados, soberanía energética y 3,000 millones de dólares anuales a EE.UU.". Mientras, en Washington, sonríen al ver cómo su mejor cliente financia su propia dependencia.
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