Por Redacción
Mientras la OPEP+ inunda el mercado con 548 mil barriles extra, el crudo sube más del 1%. Descubre la paradoja que tiene a los analistas rascándose la cabeza.
Justo cuando la OPEP+ anunciaba un aumento récord de 548 mil barriles diarios para agosto, el petróleo hizo lo impensable: subió más del 1%. El Brent saltó a $69.58 y el WTI a $67.93, desafiando toda lógica económica. ¿Cómo es posible que más oferta genere precios más altos? La respuesta escondía una verdad incómoda: el mundo consume crudo como si no hubiera mañana.
Mientras los productores abrían los grifos, un récord histórico de viajeros norteamericanos llenaba autopistas y aeropuertos para el 4 de julio. "La demanda se mantiene por encima de las expectativas", admitió Dennis Kissler de BOK Financial, mientras las refinerías trabajaban a toda máquina para convertir crudo en gasolina para esos viajes. La OPEP+ podía inyectar medio millón de barriles extra, pero ni eso alcanzaba para calmar la sed de combustible de vacacionistas.
Arabia Saudita, el arquitecto silencioso del alza, jugó sus cartas maestras:
Aumentó el precio de su crudo ligero árabe a máximos de cuatro meses para Asia.
Sabía que el "aumento de producción" era un espejismo: el 80% solo compensaba recortes anteriores.
Los analistas de RBC Capital destaparon la realidad: "La mayor parte del suministro extra solo viene de nosotros".
En medio del caos, Washington lanzó un salvavidas: retrasó los temidos aranceles sin dar detalles. Los mercados respiraron aliviados, pero la ansiedad persistía. "¿Hasta cuándo durará esta tregua?", preguntaban traders mientras el petróleo bailaba al borde del abismo. Giovanni Staunovo de UBS resumía el enigma: "El mercado sigue tan ajustado que absorbe cada barril extra como si fuera agua en el desierto".
Goldman Sachs ya avisó: la OPEP+ podría anunciar otro aumento de 550 mil barriles el 3 de agosto. Pero esta vez, nadie cree que baje los precios. Porque mientras aviones despeguen y familias llenen sus tanques, el crudo seguirá rebelándose contra la lógica. La pregunta que quema es: ¿cuánto durará esta fiesta antes de que los aranceles o la recesión apaguen la música?
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