El cártel aceleró su bombeo en 548 000 b/d para agosto, rompiendo su propio guion de recortes y desatando temores de sobreoferta en plena tensión geopolítica.
La videollamada comenzó en silencio, pero terminó con un rugido que se oyó desde Viena hasta Wall Street: OPEP+ acordó bombear 548 000 barriles adicionales al día a partir de agosto. El anuncio sorprendió a traders que esperaban un aumento más modesto y desató una ola de ventas anticipadas; el Brent cedió dos dólares en cuestión de horas mientras algoritmos bursátiles intentaban digerir el giro. El mensaje de los ministros fue claro: el tiempo de proteger precios terminó; ahora toca defender cuota de mercado.
Desde 2022, el cártel había recortado su producción casi seis millones de barriles diarios para sostener un precio que coqueteaba con los 90 USD. Pero una primavera marcada por ataques a infraestructura iraní disparó el petróleo y las quejas de las grandes economías importadoras. El golpe de gracia llegó desde Washington: la Casa Blanca presionó para evitar un rally que contaminara la inflación norteamericana en pleno año electoral. Arabia Saudí, guardián histórico del equilibrio, cedió al mismo tiempo que observaba cómo Kazajistán e Irak bombeaban por encima de sus cuotas sin castigo alguno.
El nuevo volumen provendrá de ocho países—encabezados por Riad y Moscú—que ya habían prometido devolver 2,2 millones de barriles entre abril y julio. Con el ajuste, la hoja de ruta se adelanta un año: todo el recorte de 2022 quedará desmantelado antes de septiembre de 2025. Analistas advierten que, si la demanda global no absorbe el excedente, el Brent podría deslizarse por debajo de 60 USD justo cuando los productores emergentes necesitaban 20 USD más para equilibrar sus presupuestos.
El movimiento también es un pulso con la industria shale estadounidense, cuyos pozos se vuelven menos rentables por debajo de 55 USD. Un barril barato disuadiría nuevas perforaciones en Texas y Dakota, aliviando la batalla de oferta a mediano plazo. Pero, al mismo tiempo, podría erosionar los ingresos fiscales de los propios miembros de la OPEP+, en especial aquellos que dependen de cada petro-dólar para sostener subsidios sociales.
Fuentes del cártel afirman que Arabia Saudí exigió disciplina: quien vuelva a exceder su cuota enfrentará descuentos en su futura asignación. Sin embargo, la historia demuestra que la unidad es frágil cuando los precios caen. Rusia, golpeada por sanciones, necesita cada barril posible para financiar su presupuesto; Argelia apuesta por contratos a largo plazo que garanticen flujo de caja estable. Entre bastidores, los delegados reconocen que la verdadera prueba llegará si los precios se hunden y los populismos fiscales en casa aprietan.
Inventarios de la OCDE: si los tanques repletos coinciden con refinerías en mantenimiento, el exceso presionará cotizaciones en otoño.
Refinerías asiáticas: China y la India absorberían parte del crudo extra siempre que sus economías mantengan la inercia de crecimiento.
Producción no convencional en EE. UU.: un despegue repentino socavaría el esfuerzo de cuota.
El comité técnico de la OPEP+ se reunirá el 3 de agosto para evaluar si septiembre merece otro ajuste de medio millón de barriles. Si la tendencia continúa, la organización podría librar una guerra de precios que rememore 2014. Por ahora, los consumidores celebran gasolina más barata; los productores, en cambio, contarán días hasta su próxima cita virtual, con la esperanza de que el mercado absorba la avalancha recién prometida.
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