La petrolera asegura que el iridiscente rastro detectado en el Coatzacoalcos proviene de un canal de aguas negras, mientras habitantes y más de 800 pescadores señalan a la refinería de Minatitlán como fuente del derrame. Autoridades ambientales investigan.
Un río, dos versiones y un mismo olor a combustible. Mientras Petróleos Mexicanos (Pemex) asegura que “no hay afectación alguna a la comunidad”, los pescadores del río Coatzacoalcos describen un panorama muy distinto: manchas aceitadas que se extienden kilómetros, fauna cubierta de una película negra y ventas desplomadas.
En un comunicado, la empresa productiva del Estado negó que la Refinería General Lázaro Cárdenas del Río sea la fuente del derrame. Según su propia inspección, las iridiscencias provienen de un canal abierto de aguas negrasubicado a unos 160 metros del embarcadero y no guardan relación con sus instalaciones.
Pemex también subrayó que, por la distancia —más de un kilómetro río abajo—, cualquier fuga hipotética “no podría alcanzar” el malecón ni la Capitanía de Puerto. La petrolera dejó en manos de las autoridades ambientales la identificación formal de la sustancia hallada.
Vecinos de Capoacán relatan que, la madrugada del 10 de mayo, el olor a hidrocarburo los obligó a cerrar ventanas y “darle leche a los niños” para aliviar la irritación de garganta. Testimonios como el de Francisca Linares describen el combustible acumulado “en la orilla” horas antes del amanecer.
El gremio pesquero —más de 800 familias— habla de “crisis total”: producto invendible y redes impregnadas de aceite. Imágenes difundidas en redes muestran serpientes y aves con residuos oscuros adheridos al cuerpo.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) enviaron brigadas para colectar muestras. Los resultados de laboratorio podrían tardar varios días, pero marcarán la pauta sobre posibles sanciones o un plan de remediación si se confirma la presencia de hidrocarburos.
Contención provisional: Personal de Pemex colocó cordones oleofílicos y bombas de succión para reducir la mancha.
Impacto económico: El sector pesquero exige apoyos emergentes; estiman pérdidas de hasta ₱ 1.2 millones diarios en la zona ribereña.
Transparencia pendiente: Ambientalistas locales piden que los dictámenes se publiquen íntegros para evitar “la palabra contra la evidencia”.
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