La participación de la energía eólica cayó a 5.68% en 2024. ¿Qué frena la transición y cómo reactivar proyectos renovables?
México atraviesa un momento decisivo en su transición energética. Aunque la generación renovable avanza, el ritmo es insuficiente para cumplir metas internacionales y garantizar competitividad. El dato más revelador: la energía eólica representó apenas 5.68% de la producción eléctrica en 2024, su nivel más bajo desde 2019, tras haber alcanzado 6.52% en 2021. La caída confirma un retroceso estructural que no se explica por tecnología, sino por entorno regulatorio y falta de planeación.
El impacto es tangible: siete centrales eólicas terminadas permanecieron sin operar, con inversiones cercanas a 800 millones de dólares. Aunque algunas avanzan hacia su integración, el proceso sigue lento y condicionado por nuevas reglas.
El cambio de administración abre expectativas. El Plan de Expansión de la CFE 2025-2030 incluye siete nuevas centrales eólicas con capacidad total de 7,228 MW y una inversión estimada de 6,796 millones de dólares, previstas para 2027-2028. Sin embargo, la falta de calendarios claros y licitaciones concretas genera incertidumbre.
La tecnología está lista, el capital existe y el recurso eólico es abundante. El verdadero desafío es institucional: definir reglas claras, garantizar interconexión y habilitar almacenamiento. La transición energética no puede depender de discursos; requiere planeación, inversión y gobernanza que conviertan la oportunidad en realidad.
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