La inflación general en México subió a 3.61% anual en la primera quincena de noviembre de 2025, pero la electricidad se disparó 20.7% dentro del índice no subyacente tras el fin de los subsidios de verano. Analizamos cómo este choque tarifario impacta hogares, empresas y la planeación eléctrica rumbo a 2026.
La primera quincena de noviembre de 2025 dejó un mensaje claro: la electricidad volvió a prender la mecha de la inflación en México. El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se ubicó en 3.61% anual, rompiendo la secuencia de quincenas a la baja y sorprendiendo ligeramente al mercado.
El dato fino es aún más revelador: dentro del componente no subyacente, la electricidad registró un salto quincenal de alrededor de 20.7%, derivado principalmente del fin del programa de tarifas eléctricas de verano en 11 ciudades del país.
En otras palabras: la inflación general parece bajo control, pero el rubro eléctrico mostró un brinco que cambia la conversación para 2026. Lo que hasta hace unos meses era un tema de planeación sectorial hoy se convirtió en un factor macroeconómico crítico.
La dinámica es conocida, pero cada año sorprende a quienes no la incorporan en sus presupuestos: durante los meses de calor, las tarifas domésticas en varias ciudades del país reciben subsidios estacionales que contienen el impacto del uso intensivo de aire acondicionado y ventilación.
Cuando ese apoyo se retira al cierre del otoño, el efecto estadístico es inmediato: el INEGI registra un “brinco” quincenal en las tarifas eléctricas reguladas, que se refleja en el índice no subyacente. En noviembre de 2025, ese ajuste se tradujo en un incremento cercano al 20.7% en electricidad, convirtiéndola en el principal detonante de la variación inflacionaria de 0.47% respecto a la quincena previa.
Lo relevante no es sólo el tamaño del salto, sino el contexto:
La inflación subyacente se mantiene alrededor de 4.3% anual, lo que muestra una trayectoria de mediano plazo todavía por encima del objetivo de Banxico.
La inflación no subyacente (donde están energía y tarifas del gobierno) se aceleró con el ajuste eléctrico, recordando que una parte de la estabilidad de precios depende directamente de decisiones tarifarias y no sólo de la política monetaria.
En suma: el país no tiene un problema generalizado de precios fuera de control, pero sí enfrenta un choque eléctrico regulatorio que se trasladará, con rezago, a costos operativos y decisiones de inversión.
Para entender el impacto real del repunte en electricidad, hay que mirar la arquitectura tarifaria de la CFE:
Tarifas domésticas subsidiadas
La mayoría de los hogares paga tarifas reguladas que incorporan un subsidio implícito, especialmente en regiones de clima extremo. El fin del apoyo de verano implica que una parte del consumo vuelve a pagarse a tarifa “normal”, y que el costo marginal de cada kilowatt-hora adicional se encarece.
Tarifa DAC (Doméstico de Alto Consumo)
Los usuarios que rebasan cierto umbral de consumo pasan a la tarifa DAC, donde el precio por kWh ya no recibe subsidio y se acerca a los costos reales de suministro. En un entorno de ajustes estacionales y presiones de generación, cada aumento en el nivel de DAC se traduce en recibos significativamente más altos para hogares de ingresos medios y altos.
Tarifas comerciales e industriales en media y baja tensión (MT/BT)
Las empresas –desde una planta manufacturera hasta un centro comercial o un data center– pagan esquemas tarifarios asociados a su nivel de tensión, factor de potencia y patrón de demanda. En estos segmentos, el subsidio es mucho menor o nulo; ahí, los ajustes regulados y los cambios en la estructura de cargos (energía, demanda, capacidad) se sienten casi de inmediato en los estados financieros.
Ajustes estacionales y climáticos
La combinación de fin de subsidio de verano y variaciones en costos de generación, particularmente por gas natural, hace que las tarifas tengan un componente estacional más marcado. El dato de noviembre es el primer reflejo estadístico de esta transición; el siguiente capítulo se escribirá en 2026 si el gas se mantiene caro y la presión sobre la red sigue creciendo.
Que la electricidad sea uno de los rubros que más sube en una quincena no es sólo un dato anecdótico; es una señal para la política económica.
Por un lado, implica que Banxico tendrá menos margen para seguir relajando la tasa de referencia si los choques en tarifas reguladas se vuelven recurrentes. Una inflación general en 3.61% dentro del rango objetivo luce manejable, pero si los energéticos siguen presionando el índice no subyacente, el banco central tendrá que ponderar el riesgo de contagio a precios subyacentes.
Por otro lado, para la planeación energética, la lectura es distinta: el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PDSE) y los instrumentos de planeación vinculante como el PVIRCE ya venían advirtiendo de escenarios donde el costo de generación, especialmente con gas natural, se encarece y aumenta el costo marginal de la energía. El repunte de noviembre confirma que las tarifas pueden convertirse en un vector inflacionario estructural si no se refuerza la capacidad de generación eficiente, transmisión y gestión de demanda.
En términos simples: la energía eléctrica dejó de ser un telón de fondo estable y se convirtió en una variable de riesgo macroeconómico que empresas y gobierno tendrán que incorporar en sus decisiones para 2026–2030.
Para las empresas, el dato de electricidad en la inflación quincenal no es un debate técnico: es una señal de que el costo de operar en México puede encarecerse de forma persistente si no se toman decisiones a tiempo.
Los efectos principales son tres:
Costos operativos presionados
Industrias intensivas en electricidad –manufactura, automotriz, acero, vidrio, alimentos y bebidas, retail, data centers, parques industriales– enfrentan una combinación incómoda: tarifas que tienden a subir en los próximos años y una competencia global que castiga cualquier aumento en el costo unitario de producción.
Previsión presupuestal 2026
Las áreas financieras que construyen presupuestos para 2026 ya no pueden asumir que la partida de energía crecerá “en línea con la inflación general”. Un salto de 20.7% en la componente eléctrica de un índice es un recordatorio de que se necesitan escenarios, no sólo promedios, para modelar el costo energético de los próximos años.
Señales para PPA, solar distribuida y eficiencia
Cada vez que las tarifas reguladas pegan un brinco, los proyectos de generación distribuida, contratos PPA privados, cogeneración y eficiencia energética mejoran su caso de negocio. Lo que hace cinco años parecía un “nice to have” para cumplir con metas ESG, hoy es una herramienta concreta para proteger márgenes frente a shocks tarifarios.
Las empresas que posterguen decisiones de inversión en energía propia o acuerdos de largo plazo corren el riesgo de llegar tarde a un mercado donde los mejores sitios de generación, techos disponibles y condiciones contractuales ya fueron capturados por quienes leyeron antes la señal.
El repunte eléctrico en la inflación no ocurre en un vacío. Coincide con:
Un entorno de tasas de interés aún elevadas, que encarece la financiación de proyectos eléctricos y de infraestructura energética.
La necesidad de ejecutar la transición energética y cumplir compromisos climáticos (NDC 3.0) sin perder competitividad industrial.
Un contexto en el que riesgo país, tipo de cambio y precio del petróleo se entrelazan con el costo de capital para proyectos de generación, transmisión y almacenamiento.
Si México quiere mantener su atractivo como hub de nearshoring y como plataforma manufacturera para América del Norte, no puede darse el lujo de tener una energía eléctrica que se perciba cara, volátil e incierta. La quincena de noviembre es una alerta temprana: la electricidad ya está pegando en el índice de precios y, con ello, en la narrativa de competitividad.
El dato de INEGI es el pasado inmediato. Lo que importa para decisiones de inversión es la película completa de 2026 a 2030. Ahí entra la necesidad de pasar de la alarma coyuntural a la gestión estratégica del riesgo eléctrico.
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EnergiA integra información regulatoria, planeación del sistema, señales de mercado y tu perfil de consumo para:
Estimar cómo podrían moverse las tarifas de CFE en tus cuentas específicas.
Evaluar el impacto de firmar PPA, instalar solar distribuida o invertir en eficiencia.
Construir escenarios de estrés donde el costo eléctrico se convierte en un shock inflacionario interno para tu empresa.
En un entorno donde la electricidad ya aporta un salto de más de 20% dentro del componente no subyacente, no basta con leer el dato: hay que anticipar su impacto en tus estados financieros.
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