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Deuda de Pemex y CFE baja a 6.5% del PIB, pero el costo financiero y los vencimientos 2026–2029 siguen apretando

3T-2025: la deuda conjunta cae a 6.5% del PIB. Pemex reduce largo plazo y eleva corto; CFE cierra en 487.3 mmdp. El reto: vencimientos 2026–2029 y costo financiero.

Deuda de Pemex y CFE baja a 6.5% del PIB, pero el costo financiero y los vencimientos 2026–2029 siguen apretando

La fotografía al 3T-2025 muestra una deuda combinada de Pemex y CFE equivalente al 6.5% del PIB, por debajo del 7.1% de un año antes. La mejora es real, pero no concluyente: Pemex recorta largo plazo y engorda corto, mientras su costo financiero marca uno de los niveles más altos de los últimos 15 años. CFE consolida una deuda total de 487.3 mmdp (1.4% del PIB), con mejor perfil de corto plazo. Para las finanzas públicas, el reto pasa de la foto al calendario: lo que vence entre 2026 y 2029.

Pemex cerró el trimestre con 1.84 billones de pesos (≈100.2 mil mdd), 3.5% menos anual y equivalente a 5.1% del PIB. El ajuste vino por el lado largo: la deuda de largo plazo cayó 9.7% (de 1.55 a 1.40 billones). El reverso de la moneda está en la presión de circulante: la deuda de corto plazo subió 23.6%, de 359 a 443 mmdp. El último trimestre del año exige amortizar 6.8% del saldo (unos 125.8 mmdp), justo cuando la empresa enfrenta intereses, comisiones y otros gastos financieros por 114.6 mmdp en enero–septiembre (promedio 12.7 mmdp al mes), un nivel históricamente elevado.

La cuenta grande está en la pared 2026–2029: Pemex tiene que pagar más de un tercio de su deuda en ese periodo —alrededor de 854.3 mmdp—, y el 46.8% restante quedaría después de 2029. En términos prácticos, el espacio fiscal luce condicionado por tres variables: precio del crudo, tipo de cambio y apoyo del soberano para refinanciaciones y recompras. La ecuación de refinación añade fricción: spreads de crudo–producto y paros programados pueden estresar caja si la producción y los márgenes no acompañan.

CFE, por su parte, reporta 487.3 mmdp de deuda total (–4.2% anual), con 118.7 mmdp a corto plazo (24.4% del total) y 368.5 mmdp a largo. La composición ayuda a entender su estabilidad: 65.7% es deuda documentada, 17.4% Pidiregas, 13.2% inversiones fiduciarias y 3.6% préstamos bancarios. La compañía opera con un perfil más predecible, pero su resultado sigue siendo sensible al tipo de cambio y a los costos de combustibles. La inversión en redes y generación —clave para la planeación vinculante— competirá con la disciplina del pasivo.

¿Qué significa el 6.5% del PIB para el contribuyente? Que la bola de nieve retrocede, aunque lentamente. La pregunta no es sólo cuánto se debe, sino cómo y cuándo se paga. En Pemex, el avance de 2025 tendrá que confirmarse con ejecución operativa (producción y EBITDA) y gestión activa de pasivos; en CFE, con capex selectivo y cuidado del apalancamiento regulado. En ambos casos, el foco debe estar en la curva de vencimientos y en aislar el corto plazo de shocks de mercado.

Para el mercado, las señales a monitorear en los próximos meses son claras: (1) planes de refinanciación y recompras con métricas de costo/beneficio; (2) sensibilidad de ingresos petroleros ante precios del crudo y descuento de la Mezcla Mexicana; (3) consistencia de CFE entre metas de inversión y estabilidad de su deuda.


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