La ruptura sorpresiva del contrato de Pemex con el Gobierno capitalino dejó en jaque ambulancias, patrullas y camiones de agua. Te contamos cómo se fraguó esta crisis y qué soluciones improvisadas se activaron.
Cuando las ambulancias de la Cruz Roja, las patrullas de la SSC, y hasta los camiones de basura comenzaron a reducir operaciones la semana pasada, pocos imaginaban que el culpable era un oficio enviado por Pemex. Así arrancó esta tormenta perfecta: el 7 de mayo, la paraestatal rompió sin previo aviso el contrato DEAS-08-2025 que garantizaba combustible para los servicios esenciales de la capital.
La historia viene de lejos. En diciembre de 2024, el Gobierno de Claudia Sheinbaum había celebrado como un triunfo la adjudicación consolidada con Pemex Transformación Industrial (PTI). La promesa era clara: suministro estable de gasolina y diésel para más de 29 mil vehículos que mantienen viva a la ciudad. Pero cinco meses después, aquel acuerdo se esfumó con un simple documento marcado como *PM-TRI-CO-VCT-RVDGI-13-2025*.
"Fue como si nos quitaran el oxígeno de golpe", confía un jefe de flotilla de bomberos que prefirió no dar su nombre. Sin tiempo para reaccionar, la Dirección General de Recursos Materiales inició una carrera contra reloj. Revisaron proveedores con capacidad operativa real, padrón en mano, mientras las reservas de combustible se agotaban.
La solución llegó de donde pocos esperaban: el Consorcio Gasolinero Plus, una empresa con estaciones afiliadas en toda la ciudad, aceptó el desafío. Su ventaja: tarjetas electrónicas y sistemas TAG listos para migrar de inmediato. Pero aquí el diablo está en los detalles: aunque evita el colapso total, este parche es temporal. No hubo licitación—solo cotización directa—y el contrato formal deberá esperar hasta agosto.
Mientras las autoridades capitalinas aseguran que "no hay riesgo de desabasto", fuentes internas revelan tensiones subterráneas:
Pemex alegó "incumplimiento técnico" en los pagos, versión que el Gobierno de la CDMX niega rotundamente.
El cambio afectará costos: Gasolinero Plus no opera subsidios como PTI, lo que podría impactar las finanzas públicas.
El verdadero talón de Aquiles: cero planes B para energías limpias. Mientras otras metrópolis prueban flotas eléctricas, aquí ni siquiera hay protocolos de contingencia.
Este episodio expone más que un fallo logístico; revela la vulnerabilidad de un sistema atado al petróleo. Si un contrato roto puede dejar sin gasolina a bomberos y médicos, ¿no será hora de acelerar la transición energética? Mientras tanto, la ciudad respira aliviada... pero con el ojo puesto en el tanque.
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