EE.UU. usa su producción récord de petróleo y gas para redefinir la geopolítica global. ¿Cómo afecta esto a América Latina? Análisis exclusivo
La operación "Midnight Hammer" en Medio Oriente no fue solo una acción militar. Fue la última jugada en una partida de ajedrez donde los combustibles fósiles son las piezas clave. Mientras el mundo debatía sobre energías limpias, Washington ejecutó silenciosamente el mayor golpe de poder energético del siglo XXI.
Hace apenas 15 años, EE.UU. dependía del petróleo saudí. Hoy, el shale oil y el gas de esquisto lo convirtieron en:
Primer productor mundial (9 millones de barriles diarios de gasolina)
Exportador neto (3 millones de barriles/día enviados a todo el planeta)
Arquitecto de precios globales
"Es el triple jaque mate energético", explica Ramsés Pech, analista. "Controlan la producción, los mercados y ahora la seguridad de las rutas".
Petróleo como arma económica: Los $37,800 millones en aranceles recaudados en 2025 equivalen al presupuesto anual de PemEX.
Trampa dorada para empresas: Tesla ahora fabrica baterías en Texas, TotalEnergies refina en Louisiana.
Inflación bajo control: Mientras Europa sufre, EE.UU. mantiene su inflación en 2.4%.
México y Brasil: Atrapados importando diésel aunque produzcan crudo
Chile y Perú: Rehenes de la volatilidad de precios
El Caribe: Forzado a aceptar condiciones políticas por GNL barato
Esta estrategia tiene fecha de caducidad:
Las reservas de shale tienen una vida útil estimada de 30 años
La transición energética europea y china acelera
Los costos ambientales podrían generar sanciones comerciales
La gran pregunta
¿Estamos
viendo el último acto de los combustibles fósiles como herramienta
geopolítica... o el inicio de una nueva era de dominio energético?
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