Canadá ofrece a México una salida a su dependencia energética: Gas natural como alternativa estratégica

Tras reunión con Sheinbaum en el G7, empresas canadienses ofrecen reducir la dependencia mexicana del gas estadounidense. Análisis del potencial acuerdo energético.

Canadá ofrece a México una salida a su dependencia energética: Gas natural como alternativa estratégica

El mensaje fue claro en los pasillos del G7: Canadá está lista para tender un puente energético que podría reconfigurar el mapa gasífero de Norteamérica. Durante su encuentro con la presidenta Claudia Sheinbaum, ejecutivos de empresas como TC Energy y ATCO Ltd. plantearon una solución concreta a uno de los mayores dolores de cabeza energéticos de México: la dependencia del 70% de gas natural estadounidense.

Goldy Hyder, directora del Consejo Empresarial de Canadá, lo resumió con precisión quirúrgica: "México tiene todos los huevos en la canasta texana. Nosotros podemos ayudar a diversificar ese riesgo". La propuesta no es retórica. Detrás viene respaldada por proyectos tangibles como el Gasoducto Southeast Gateway de TC Energy, que pronto transportará 1,300 millones de pies cúbicos diarios desde Texas hasta el sur de México.

Pero el verdadero juego estratégico va más allá. Pemex, ahogada en una deuda de $100,000 millones y con una producción de gas en caída libre, necesita socios que inyecten no solo capital, sino tecnología para explotar yacimientos no convencionales. Aquí es donde las empresas canadienses —con su expertise en arenas bituminosas y gas de esquisto— podrían marcar la diferencia.

El timing no podría ser más oportuno. Mientras la administración Sheinbaum busca equilibrar la autosuficiencia energética con realismo económico, el fantasma de Trump vuelve a rondar la relación energética México-EUA. La cancelación de su reunión bilateral dejó en evidencia la vulnerabilidad de depender de un solo proveedor.

Expertos consultados coinciden: esta apertura canadiense representa una ventana de oportunidad para:

Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos. La reforma energética de Sheinbaum, aunque más abierta a alianzas público-privadas que la de su antecesor, aún mantiene rigideces que podrían frenar el ímpetu inversionista. Además, queda por verse si Pemex está realmente preparada para ceder terreno operativo a socios extranjeros.


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