Brasil será sede de la COP30 mientras busca nuevos yacimientos petroleros en la costa amazónica. El dilema entre sostener su economía con crudo y avanzar hacia la transición energética pone a Lula en el centro del debate climático global.
Brasil se prepara para recibir en noviembre la COP30, la conferencia climática más importante del mundo, mientras su petrolera estatal Petrobras traslada un buque de perforación hacia un yacimiento frente a la costa amazónica. El país enfrenta un dilema que resume el debate global: ¿cómo avanzar hacia la transición energética sin renunciar a los ingresos del petróleo?
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha defendido la exploración de nuevos yacimientos como una vía para financiar la transición energética. “No podemos tener esta riqueza bajo nuestros pies y no explotarla”, declaró recientemente. Para Lula, los ingresos petroleros son clave para erradicar la deforestación, alcanzar las cero emisiones netas en 2050 y garantizar precios accesibles de energía.
Pero los ecologistas no están convencidos. Según Climainfo, solo el 0.06% de los recursos petroleros se han destinado a la transición energética entre 2018 y 2025. Aunque el gobierno afirma que en 2025 se asignarán 11,200 millones de reales al Fundo Clima, apenas el 1.9% provendrá de impuestos al petróleo.
La paradoja se intensifica ante la demanda récord de crudo en 2024 y las proyecciones de escasez para la década de 2030. Las energías renovables, aunque en crecimiento, aún no logran sustituir a los combustibles fósiles. La producción en el Mar del Norte y el Golfo de México está en declive, y el esquisto estadounidense se estabiliza. Brasil, que ya produce más petróleo que Emiratos Árabes Unidos, podría alcanzar su pico antes de 2030.
Para evitar una crisis energética global, Petrobras y otras petroleras necesitan descubrir nuevos yacimientos. La historia brasileña lo respalda: tras la crisis de 1973, el país apostó por la perforación en aguas profundas y logró descubrimientos clave entre 2006 y 2010 en la región del presal, una capa de sal bajo el lecho marino que cubre vastas reservas.
Entre 2017 y 2021, Brasil atrajo más del 90% del gasto mundial en exploración en aguas profundas. “Fue el mayor acontecimiento fiscal de la historia de Brasil”, recordó Decio Oddone, exdirector de la Agencia Nacional de Petróleo.
Ahora, con la COP30 como escenario, Brasil deberá explicar cómo reconciliará su papel como potencia petrolera con sus compromisos climáticos. La respuesta podría definir no solo su política energética, sino también el rumbo del debate global sobre el futuro del petróleo.
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