Precios negativos en Waha y mantenimientos en ductos reducen flujo hacia México. ¿Qué implica para la seguridad energética y la gestión de contratos?
El termómetro del gas en el Permian volvió a encender las alarmas. Durante noviembre, el hub Waha registró episodios recurrentes de precios negativos —con promedios de hasta -1.48 USD/MMBtu— impulsados por cuellos de botella en la salida de gas y mantenimientos en sistemas críticos como Permian Highway (PHP) y GCX. Esta dinámica, lejos de ser anecdótica, subraya la fragilidad de un mercado que depende de la alta interconexión para sostener la competitividad energética de México.
Las importaciones por gasoducto hacia México, que alcanzaron récord de 7.5 Bcf/d en mayo, mostraron una “respiración” a la baja en los primeros días de noviembre. Aunque la tendencia estructural no cambia, la reducción temporal evidencia la sensibilidad del sistema ante mantenimientos y restricciones operativas. El basis Henry Hub–Waha, que se amplió de forma significativa, se convierte en un indicador clave: cuando se hunde en terreno negativo extremo, anticipa congestión y riesgo de reprocesos en nominaciones.
México utiliza gas natural para generar más del 60% de su electricidad y abastecer procesos industriales críticos. La dependencia del gas barato del Permian es una ventaja económica, pero también una vulnerabilidad estratégica. Avisos operativos recientes en ductos de Kinder Morgan recortaron capacidad para servicio interrumpible, obligando a los offtakers mexicanos a ajustar contratos y nominaciones con precisión quirúrgica para evitar exposición a curtailments.
La lección es clara: la resiliencia no depende solo del atractivo precio en Waha, sino de contratos flexibles, redundancia de rutas y visibilidad operativa diaria. Para las áreas de suministro, el reto es balancear costo vs. seguridad de abasto en un escenario donde la volatilidad dejó de ser coyuntural para convertirse en norma.
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