A más de un siglo de la llegada de la electricidad, México sigue rezagado en modernización energética. Las redes inteligentes podrían revolucionar el sector, pero enfrentan obstáculos técnicos, regulatorios y económicos. ¿Está el país listo para dar el salto?
Desde que la electricidad llegó a México en 1879, el país ha avanzado a paso lento en la modernización de su infraestructura eléctrica. Hoy, frente a la urgencia climática y la demanda de eficiencia, las redes inteligentes (smart grids) emergen como la solución pendiente. Sin embargo, su implementación enfrenta barreras técnicas, regulatorias y hasta culturales.
Según el Reporte Final del Marco Regulatorio de la Red Eléctrica Inteligente (REI), presentado a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y ahora entregado a la Comisión Nacional de Energía (CNE), México sigue operando con una red tradicional que no aprovecha las ventajas de la digitalización. La reforma energética de 2014 abrió la puerta legal para modernizar el sistema, pero la adopción de tecnologías como medidores inteligentes y generación distribuida sigue siendo marginal.
Las smart grids no son un lujo, sino una necesidad. Como explica Iberdrola, estas redes permiten un flujo bidireccional de energía e información, integrando a generadores y consumidores en un mismo ecosistema. "No solo optimizan el consumo, también reducen pérdidas y facilitan la incorporación de energías renovables", destaca el informe.
Uno de los mayores frenos es la infraestructura. En zonas rurales, aún hay comunidades sin acceso a la red eléctrica básica, y llevar tecnología de punta parece un sueño lejano. A esto se suma el subsidio gubernamental, que históricamente ha priorizado combustibles fósiles sobre energías limpias.
Otro vacío crítico es la falta de regulación para sistemas fotovoltaicos. Aunque miles de hogares y empresas han instalado paneles solares, no existen normas claras que aseguren su conexión segura a la red. "Sin un marco legal, se frena la inversión privada y se limita el potencial de la energía solar", advierte Óscar García Morales, experto en renovables.
Las redes inteligentes no solo son tecnología: son una herramienta contra el cambio climático. México emite 485 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) al año, y el 30% proviene de la generación eléctrica. "Una smart grid bien implementada podría reducir estas emisiones al integrar más energías limpias", afirma García Morales.
Además, la energía solar ya es competitiva. Hoy, producir un megawatt hora cuesta solo 37 dólares, frente a los 300 dólares de hace una década. Para industrias y hogares, esto significa un retorno de inversión en 3 a 5 años.
El camino no es fácil, pero tampoco opcional. La CRE y el gobierno federal deben acelerar la creación de normas, incentivar la inversión privada y capacitar a los usuarios. Mientras, empresas y ciudadanos pueden empezar a adoptar tecnologías como paneles solares o medidores inteligentes.
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